
En un rincón del Atlántico donde las mareas parecen detenerse para contemplar los destellos del arte, Marta Ortega nos convoca a una cita ineludible: Irving Penn: Centennial, un homenaje al ojo que capturó la eternidad en un instante. La Fundación MOP, en A Coruña, se convierte en escenario de este canto visual al siglo XX, una invitación a pasear por los bordes de la luz y la sombra, donde el genio de Penn nos guía con la delicadeza de un susurro. Hasta el 1 de mayo de 2025, las puertas del arte se abren para quienes quieran mirar más allá del marco de una fotografía.
Un viaje a la esencia de la mirada
"Una luz da vida, dos luces matan." Con esta sentencia, Irving Penn, nacido en Nueva Jersey en 1917, definió la pureza de su arte. La exposición, organizada en colaboración con el Museo Metropolitano de Arte de Nueva York y la Fundación Irving Penn, nos lleva por un recorrido de casi siete décadas de creación. Cerca de 170 imágenes, acompañadas por revistas, objetos de estudio y el célebre telón gris que Penn utilizó para inmortalizar a los grandes del arte, nos revelan a un maestro que sabía capturar la respiración de un momento.
El viaje comienza con sus primeros pasos en la fotografía: carteles publicitarios de 1939 que demuestran una fascinación por las formas y el vacío. Allí, entre las letras y las sombras, se asoma el joven Penn, hijo de inmigrantes judíos rusos, que, bajo la tutela del legendario Alexey Brodovitch, aprendió que una imagen es un poema hecho de luz. Más tarde, en México, descubrió que su destino no era el lienzo sino el objetivo: con su Rolleiflex y una mirada que trascendía lo visible, regresó para consagrarse bajo la guía de Alexander Liberman, el zar artístico de Vogue.
Moda, retratos y colillas: un genio sin fronteras
En octubre de 1943, Penn firmó su primera portada para Vogue: un bodegón donde guantes, cinturón y limones se disponían con una armonía tan natural como misteriosa. Ese instante marcó el inicio de una colaboración que redefiniría la fotografía de moda. En lugar de las escenografías recargadas, Penn colocaba a sus modelos en fondos austeros, donde los tejidos parecían hablar y las sombras respiraban.
Pero Penn no se quedó en el glamur. En su viaje a Perú en 1948, sus retratos de los quechuas de Cuzco revelaron una sensibilidad profunda por la dignidad humana. De vuelta a París, retrató a trabajadores humildes para su serie Pequeños oficios, dignificando las ropas y las manos de afiladores, camareros y barrenderos. Más tarde, en los años sesenta, su cámara miró al otro extremo del mundo: hippies, tribus de Nueva Guinea y los escombros de una sociedad en transformación.
En los bodegones de los años setenta, Penn se atrevió a transformar lo banal en arte. En la serie Cigarrillos, colillas arrugadas y quemadas adquieren la fuerza de una vanitas barroca. El New York Times las llamó "repugnantes", pero hoy brillan como testigos de una época y de un hombre que convirtió su disgusto por el tabaco en arte eterno.
Retratos que traspasan el alma
En cada retrato de Penn se escucha un latido. Su cámara captó a Dalí como si acabara de surgir de un sueño; a Stravinsky, en el umbral de un acorde. Y, sobre todo, a Picasso, cuyo rostro emerge entre luces y sombras como un tótem de la modernidad. En ese instante detenido de 1957, Penn alcanzó lo que tantos buscan y pocos logran: mirar más allá de la máscara y tocar el alma.
Flores marchitas, la belleza que no cesa
El paseo expositivo concluye con las flores marchitas que Penn fotografió tras la muerte de su esposa Lisa Fonssagrives, musa y amor eterno. En esos pétalos que se desmoronan, la luz sigue viva, recordándonos que la belleza, como la fotografía, nunca desaparece: solo se transforma.
Una excusa para el viaje
Marta Ortega ha colocado este tesoro de la fotografía en A Coruña, un gesto que no solo engrandece su tierra, sino que también convierte a la ciudad en un puerto donde las olas llevan historias. Porque el arte, como la marea, se mueve en ciclos, y Irving Penn: Centennial nos invita a navegar en su corriente. No hacen falta más excusas para viajar.