Evasión

Culpar a una mujer del primer magnicidio de Al-Ándalus: la misteriosa Egilo protagoniza la nueva novela de David Yagüe

El escritor y periodista Yagüe. FOTO: Jorge París

Año 711. El reino visigodo de Toledo se desmorona tras la invasión musulmana. Entre las personas cautivas que se encuentran en los restos de un antiguo circo romano está Egilo, la viuda de Rodrigo, el último rey godo, fallecido en la batalla de Guadalete. El suyo era un matrimonio posiblemente forzado al que se añade un segundo, también como cautiva, con Abdelaziz, hijo de Muza y gobernador de al-Ándalus. Se produce entre los años 713 y 714, cuando su imagen se ensombrece. Según apunta la Real Academia de la Historia, Egilo convenció a su marido para que se declarara "independiente del califato omeya de Damasco, ciñendo la antigua corona goda como legitimación de su acción". Pero, ¿realmente fue así? ¿Quién fue Egilo, más allá de una mujer supuestamente arisca, dominante y sedienta de poder?

El escritor David Yagüe profundiza en su figura a través de las páginas de La última reina goda (La Esfera de Los Libros), su tercera novela, en la que aborda el papel clave de la reina tras la llegada convulsa de las huestes musulmanas a Hispania. Por aquel entonces nacía un nuevo mundo en el que Egilo participó activamente. A pesar de la información superficial que existe de ella, la realidad es que fue más que una simple espectadora. El periodista fue consciente de ello durante la escritura de un manuscrito anterior, asentado en la misma época, y en el que Egilo "era un cameo". "Aparecía en las páginas de una forma muy secundaria, pero me puse a investigar sobre el personaje para darle cuerpo y me di cuenta de que tenía un historión de los que nos gustan a los que escribimos ficción, porque de ella existen muchas lagunas: hay cosas que no se saben y otras pueden ser interpretables. Por eso decidí que ella debía ser la protagonista de mi nueva novela".

La otra cara de Egilo

"Con Egilo para una cosa muy curiosa. Solo la conocemos por un momento de su vida, que es cuando enviuda y cuando es casada con el hijo del conquistador musulmán Abdelaziz. Fuentes cristianas y musulmanas coinciden en dar una visión negativa de ella. Se decía que era ambiciosa y que manipuló a su esposo. En ese discurso él parece un calzonazos, y eso llama la atención, porque él y sus hermanos conquistaron desde Egipto hasta la península ibérica en una década. O sea, tan tonto no era. Hay que ir más allá de lo que cuentan las crónicas", apunta el periodista, que recuerda que el asesinato de Abdelaziz fue, precisamente, a manos de los árabes, "sus propios compañeros". "Fue el primer magnicidio de la historia de Al-Ándalus, así que la mala fama de Egilo quizás tenga que ver con una excusa. Puede que ella fuera una cabeza de turco para justificar que se habían cargado a su líder", apunta.

Yagüe compara el caso de Egilo con el de Florinda la Cava, hija del conde Don Julián. Por ella también "se perdió España". "Solo conocemos a dos mujeres relacionadas con la conquista islámica de la península. Una legendaria, que es Florinda, a la que he convertido en un personaje real; y Egilo. Las dos tienen mala prensa, son culpables de lo que pasa". El escritor cuestiona que las persuasiones de esta última derribaran un imperio, precisamente, porque la opinión de las mujeres no valía igual que la de sus compañeros varones. "En el libro hago una cosa que puede parecer arriesgada, y es que intento concentrar casi todo lo que ocurre dentro de la casa. Seguramente Egilo no estaba en todas las reuniones", explica el autor. Asimismo, no considera que "fuera una cautiva más". "Ella provenía de la aristocracia de la Bética. Y, además, se supone que su enlace con Rodrigo respondía a un pacto político. Estaba en medio del poder. ¿Cómo no iba a querer mantener su estatus? No fue una simple prisionera de guerra". Esto no justifica, por supuesto, que tuviese una capacidad manipulativa tan grande como la que se le atribuye. Por mucho que quisiera ejercerla, no tenía las herramientas suficientes como para actuar a su antojo.

El escritor y periodista David Yagüe. FOTO: Jorge París

La historia como discurso político

La historia, al fin y al cabo, está condicionada y moldeada por los discursos políticos. Por ello Yagüe es cauteloso a la hora de confirmar con rotundidad determinados acontecimientos: "Hay que saber mirar la realidad del pasado, que seguramente fue tan compleja como la actual". Esto ayuda, en sus palabras, a desactivar "los discursos simplificadores" que escuchamos actualmente. "Hablo de una historia del 711 que a día de hoy historiadores y políticos todavía utilizan. Puedes pensar en la ultraderecha, que se mete en el mito de la reconquista para hablar de las cuestiones migratorias. O puedes pensar en cómo parte de la izquierda andalucista defiende que la invasión islámica no fue violenta, sino un proceso de adaptación, y que la verdadera identidad andaluza es esa. Son, obviamente, interpretaciones políticas discutibles, pero que calan en la sociedad".

En este sentido, el escritor considera que una responsabilidad a la hora de escribir novela histórica consiste en equilibrar adecuadamente rigor e imaginación. Una obra de este tipo no es un ensayo. Exige un trabajo de documentación previo, pero también hay ficción: "Los escritores de novela histórica, en realidad, estamos jugando con la historia, la estamos convirtiendo en una materia prima para hacer otras cosas. Al final, el novelista siempre es un fabulador. Y ser un fabulador e ir de purista con la historia tiene una compatibilidad compleja. Un novelista puede hablar de cómo ha interpretado la historia o cómo la ha recreado para crear una novela, pero si hay que profundizar, mejor dejarlo a los historiadores o los especialistas en el tema. Me da un poco de pudor cuando algunos novelistas dicen: 'no, yo he escrito lo que pasó'. Bueno, lo que pasó es muy discutible".

Cubierta de 'La última reina goda' (La Esfera de los Libros)

Hablar del presente desde el pasado, y no al revés

"El mayor interés que tiene para mí una novela histórica es que acentúa los puntos de conexión que puede tener el pasado con la gente de ahora. La novela histórica debe servir para entablar un diálogo con el pasado, pero no sustituye a la historia. La historia es otra disciplina, y la ficción lo que puede hacer es emocionarnos", comenta el periodista, que insiste en dejar de hablar de la novela histórica como "un género escapista". "Hay gente que piensa en ella como un viaje al pasado para refugiarnos del presente. Pero no creo que sea así. Si piensas una novela histórica como algo que trata el presente desde el pasado, no puede ser escapista".

En La última reina goda se habla de "un problema de integración". "En realidad, eran problemas de migración, porque los inmigrantes terminaron siendo los invasores, los conquistadores. Esos problemas de gente conviviendo con distintos credos, con otras formas de ver el mundo, ya pasaban entonces, y yo creo que eso nos hace empatizar con la gente que vivió hace muchos siglos", explica el autor. "En el fondo, con todas las diferencias mentales y físicas que podían existir, hay cosas que no han cambiado".

David Yagüe nació en Madrid en 1982 en un hogar lleno de libros. Escritor y periodista, ha trabajado en el sector editorial, en radio y en medios digitales. Durante años estuvo al mando del blog XX Siglos, donde se convirtió en una referencia sobre novela histórica en España. Ha impartido conferencias, charlas y talleres sobre este género y es jurado del premio del Certamen Internacional de Novela Histórica de Úbeda.

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