
Si en aquella famosísima telenovela de antaño descubrimos que los ricos también lloran, ahora nos vamos a dar cuenta de que también padecen la crisis. Hombre, no es que no vayan a poder pagar la hipoteca y le vayan a devolver al banco el casoplón familiar, pero sí que tienen más cuidado con los kilómetros que hacen con el barco o con las averías que les hacen los niños a los coches de lujo.
Siguen dándose una vueltecita en helicóptero cuando se tercia, sí, pero midiendo más las distancias y los tiempos y, desde luego, sin dejar pasar un día en el que no le dediquen un ratito a ver los resultados bursátiles y a compartir el disgusto de las pérdidas con sus amigos.
Porque tales pérdidas, claro, no son las de las cuatro perras que un día pudimos ahorrar el resto de los mortales, sino que pueden exceder no sólo a lo que nunca tuvimos, sino incluso a lo que jamás soñamos siquiera con tener.
Si se apuesta poco, se gana o se pierde poco y si se apuestan fortunas se ganan o se pierden fortunas... Pero al final lo que cuenta es la proporción. A uno que tiene diez y pierde uno le duele tanto como al que tiene mil y pierde cien. Así son las cosas.
"El ser humano se acostumbra a todo"
Además el ser humano se acostumbra a todo, a lo bueno y a lo malo, pero de lo bueno, como es lógico, le cuesta más trabajo apearse.
Los últimos años de bonanza económica han favorecido la posibilidad de que los ricos fueran más ricos, pero también han hecho que algunos no tanto como ricos pero sí, digamos, con posibles, naveguen y no sólo por el mar? muy por encima de sus posibilidades.
Si la población en general, animada por los tiempos de vacas gordas, se ha dejado atrapar préstamo a préstamo, la exquisita aristocracia del dinero ha hecho lo propio, pero a su nivel.
Ha comprado esto y aquello, ha invertido aquí y allá y la realidad también le ha golpeado con esa desaceleración de la que hablaba Solbes, que no era otra cosa que la crisis que ya asoma algo más que la cabeza.
"La crisis llega a todas partes"
Obviamente, los ricos no van a dejar de salir a cenar fuera de casa, como tantos de nosotros que nos tendremos que conformar con una pizza y una película en DVD, pero si restringirán algunos fines de semana en París o las compras en Nueva York, mientras comprueban qué rumbo siguen sus finanzas y a qué precio está el barril de petróleo.
Dicen que los mercados del lujo son los que menos notan las crisis, y es cierto que la merma en las ventas se nota antes en los grandes almacenes que en las tiendas de la milla de oro de Madrid, por ejemplo, pero al final, la crisis llega a todas partes.
O mejor dicho a casi todas, porque hay un reducto que permanece casi nalterable y es el del cuidado personal. Según los expertos, en tiempos de crisis, verse mal deprime tanto, que a poco que no sea económicamente imposible, a la manicura, pedicura, tinte, etc. se suman los arreglitos de quirófano que tan de moda están en nuestro país...
Vamos que los únicos ricos, ¡porque hay que ver lo que cobran!, que no van a notar la crisis son los cirujanos plásticos.