Ayer ocurrió algo inédito: La puerta de Moncloa se abrió por primera vez para Sonsoles Espinosa. Repitió gestos de su marido. Baja la escalinata para recibir a Carla Bruni. Ambas sonríen, se besan, pero mientras que la mujer de Sarkozy mira a las cámaras y posa, la mujer de Zapatero sube las escaleras rápidamente.
Arriba vuelven a fotografiarse, Bruni admira el paisaje, se coloca la chaqueta, busca poses perfectas y saluda. Espinosa no recoge la petición de la prensa, no está acostumbrada al protagonismo. Bruni vuelve a saludar. Anda, se vuelve a girar, sube el escalón sin dejar de mirar a las cámaras, da las gracias y se retira.
Ambas compartieron almuerzo y paseo. Sarkozy y Zapetero comida de trabajo y paseo. Un paseo que acabó en encuentro. En saludos, en besos y en un cálido abrazo entre el presidente francés y su esposa. La visita presidencial francesa acabó con foto de ambas parejas en la escalinata y ha conseguido algo que no solemos ver: Sacar a Sonsoles Espinosa de su habitual segundo plano y ponerla ante las cámaras.