
La crisis de Gobierno que sacudió a finales de agosto al Ejecutivo francés -que se saldó con la expulsión del ministro de Economía, Arnaud Montebourg, y de Educación, Benoît Hamon, dos de los representantes más emblemáticos de la izquierda del Partido Socialista- fue sólo la primera piedra en el zapato del primer ministro galo Manuel Valls.
El nuevo Gobierno Valls II tendrá que hacer frente en las próximas semanas a una verdadera carrera de obstáculos, sobre todo en la Asamblea Nacional, donde los socialistas disponen de 290 diputados, sólo uno por encima de la mayoría absoluta.
La primera cita de fuego será el 16 de septiembre, día en el que el primer ministro someterá a su nuevo Gobierno a un voto de confianza en el Parlamento. Un comunicado del Palacio del Elíseo, sede de la presidencia, señala que el Consejo de Ministros autorizó a Valls a presentar una declaración de política general durante una sesión extraordinaria del órgano legislativo. El discurso será seguido de un voto de los diputados.
Escenario arriesgado
El primer ministro optó por un escenario arriesgado, ya que sabe que su mayoría en las cámaras no está garantizada y tiene pocas esperanzas de contar con el respaldo de los 40 diputados que en varias ocasiones han votado contra las leyes presentadas por el Ejecutivo. Una decisión aún más arriesgada tomando en cuenta que Valls no tenía la obligación de organizar este voto.
"Queremos esta prueba", afirman sin embargo fuentes cercanas al Ejecutivo. Con ella, esperan sentar de forma definitiva la autoridad del primer ministro Valls y apaciguar los ánimos dentro del partido.
Los socialistas cuentan con 290 de los 577 escaños en el Parlamento. Frente a la oposición de la UMP (Unión por un Movimiento Popular, derechas), del UDI (Unión de los Demócratas Independientes, centro-derecha) y del Frente de Izquierda, el resultado dependerá de cómo los frondistas del PS (el grupo de los críticos en el seno del partido socialista), los ecologistas y los radicales de izquierda se repartirán entre votos a favor y abstenciones.
Durante el voto de confianza al gobierno Valls I en abril, ningún socialista, radical de izquierda o ecologista (a excepción de uno) votó en contra, pero seis ecologistas, tres radicales y once diputados socialistas se abstuvieron. Si bien los frondistas excluyen por el momento votar en contra, el número de abstenciones podría ser esta vez mucho más alto. "No veo cómo podríamos votar la confianza a un gobierno (?) si estamos en desacuerdo con el fondo de su política", advirtió el jueves el exdiputado europeo y exministro de Desarrollo del presidente François Hollande, el ecologista Pascal Canfin en Sur radio.
Aun así, los analistas estiman que el primer ministro pasará este examen, ya que las abstenciones no se toman en cuenta y que los diputados saben que si lo dejan sin apoyo parlamentario el escenario es el de elecciones anticipadas con un ultraderechista Frente Nacional muy por encima de los otros partidos, según las encuestas.
Las verdaderas dificultades empezarán con el voto de los presupuestos 2015 para el Estado y la Seguridad Social, también en septiembre, los primeros que incluirán parte de los 50.000 millones de recortes previstos para 2017. El Ejecutivo prevé, entre otros, congelar las pensiones y algunos servicios sociales.
Si bien algunos diputados, como Pouria Amirshahi, del ala izquierda del PS, podría "contemplar votar contra el presupuesto para 2015", otros, como Jean-Marc Germain o su colega frondista Laurent Baumel aseguran que no irán más allá de la abstención, siguiendo el llamado de 218 diputados socialistas que piden a los diputados rebeldes estar "plenamente conscientes de la responsabilidad del interés general de la izquierda y del país".