Tras una legislatura cargada de polémicas, el primer ministro conservador Viktor Orbán ha logrado una nueva victoria electoral, con casi el 45% de los votos.
Un gobierno batallador
Para sus seguidores, Orbán es un jefe de gobierno batallador y decidido, que no ha dudado en hacer frente a oligarcas, a la banca y al propio Fondo Monetario Internacional (FMI), mientras que para sus críticos es un demagogo con claras tendencias autoritarias que no tiene en cuenta a quienes no piensan como él.
Aupado por una mayoría de dos tercios en el Parlamento en las elecciones de hace cuatro años, el ejecutivo de Orbán ha reforzado su control sobre las principales instituciones del país, incluida la Judicatura y el Banco Central, lo que le ha valido duras críticas internacionales.
Valores conservadores
Esa arrolladora mayoría parlamentaria redactó y aprobó en solitario una Constitución creada a la medida de sus valores conservadores, y que ha sido criticada por la oposición por su fuerte tinte nacionalista y religioso.
Orbán, un abogado de 50 años y padre de cinco hijos, ha puesto el acento en los valores simbólicos conservadores, como la identidad y la independencia nacional.
El veterano político, primer ministro entre 1998 a 2002, es conocido por su gran oratoria, que le sirvió desde joven para convertirse en uno de los líderes del conservador partido Fidesz, fundado tras el fin del comunismo (1989).