
Las próximas semanas serán cruciales para François Hollande. Después de la violenta derrota del campo socialista en las elecciones municipales, todos los ojos están puestos ahora en los próximos pasos del presidente galo y su estrategia para evitar un naufragio total de su presidencia casi a mitad de mandato. El anuncio de una remodelación del Gobierno se da por descontado y podría producirse esta misma semana, aunque el alcance de los cambios dentro del gabinete es aún una incógnita.
El primer ministro Jean Marc Ayrault podría convertirse en la primera víctima del duro golpe en las urnas. Con una popularidad incluso más baja que la del propio presidente, la posición de Ayrault ya era frágil antes de los comicios. Su propio campo reclama ahora su salida como respuesta al descontento manifestado por los franceses en las municipales. Para muchos socialistas resulta imposible que Ayrault siga ejerciendo como líder de la mayoría después de la dura sanción en las urnas. La gaditana Anne Hidalgo será la primera alcaldesa de París.
En Francia, los primeros ministros suelen ser considerados como "fusibles" del presidente. Cuando las cosas se ponen muy mal, un cambio de primer ministro puede permitir al jefe del Ejecutivo retomar la iniciativa política y dar un nuevo impulso al Gobierno.
Sin embargo, a pesar de que muchos reclaman la cabeza del actual primer ministro, no será fácil para François Hollande encontrarle un reemplazo. El calendario político tampoco juega a su favor. Los franceses volverán a las urnas en mayo para las elecciones europeas, en septiembre para elecciones parciales al Senado y a principios de 2015 para los comicios regionales. Si Hollande decide nombrar ahora a un nuevo primer ministro habrá quemado su principal cartucho y su margen de maniobra será aún más estrecho en caso de que los socialistas vuelvan a sufrir una derrota como la de este fin de semana, algo que no se da por descartado.
Discretamente, los candidatos a reemplazar a Ayrault en el Hotel de Matignon mueven sus fichas. El más popular frente a la opinión pública es el ministro de Interior Manuel Valls, nacido en Barcelona e hijo de refugiados españoles. Valls aportaría dinamismo y autoridad. Es el ministro que más gusta al electorado de derecha, pero se ha ganado el rechazo del ala izquierda de los socialistas y de sus socios ecologistas con su discurso duro en materia de seguridad. Su gran ambición también podría convertirse en un problema para Hollande.
Otro nombre que suena para el cargo es el de Laurent Fabius, cuya popularidad ha crecido gracias a su papel en las últimas crisis internacionales en Siria y Ucrania. El actual ministro de Exteriores es sin duda uno de los más experimentados dentro del gobierno pero esa misma experiencia también podría jugarle en contra. Nombrar a Fabius como primer ministro, un cargo que ya ocupó en los años ochenta, no daría precisamente la imagen de cambio que necesita transmitir Hollande. El presidente podría acabar inclinándose por nombrar a uno de sus incondicionales, como el actual ministro de la Defensa, Jean Yves Le Drian.
Menos ministros pero fuertes
Lo que la prensa gala da por seguro estos días es el regreso de ciertos pesos pesados del socialismo francés dentro del Gobierno, como sería el caso de Ségolène Royal. La excandidata presidencial y antigua pareja del presidente está en las quinielas para ocupar un ministerio con un campo de acción amplio que podría abarcar desde la educación, la cultura y el deporte hasta el medio ambiente.
Los observadores políticos apuntan a que Hollande intentará formar un gobierno para tiempos de crisis, con ministros fuertes y menos carteras que las 38 actuales. Lo que no se espera que cambie es el rumbo político y el giro liberal anunciado a principios de este año.
En los próximos días, el Ejecutivo debe presentar su famoso "Pacto de Responsabilidad" para relanzar la competitividad de las empresas recortando sus cotizaciones sociales, y que viene acompañado por un plan de ajuste de 50.000 millones de euros en tres años. El presidente debe ahora explicar a los franceses los detalles concretos de esta propuesta y enviarla a Bruselas a finalde mes junto cal plan de estabilidad para la economía gala.
Las últimas previsiones de la CE apuntan a que el déficit francés será de 3,9% en 2015, lejos del objetivo de 3 por ciento que París se comprometió a cumplir para el año que viene. Para François Hollande será un momento crítico. El mandatario apostó todas sus fichas a la estrategia anunciada en enero que calificó de socialdemócrata. Pero los electores de izquierda le sancionaron en las urnas, desencantados con la línea política de su gobierno que consideran más cercano a las empresas que a las clases populares. El gobierno insinuó la semana pasada que podría anunciar una bajada de impuestos en las próximas semanas para aliviar a las clases medias y populares.