
El Ejecutivo de François Hollande y su mayoría socialista no se hacen muchas ilusiones en cuanto a los resultados de las elecciones municipales cuya primera vuelta se celebra este domingo en Francia. Todo apunta a una derrota, la incógnita es cuál será su magnitud.
A dos años de su llegada al poder, estos comicios se observan aquí como un primer examen en las urnas para Hollande en un momento delicado para el presidente.
Con una popularidad en mínimos históricos y sin resultados económicos alentadores para presentar, el Ejecutivo galo se ha mantenido a un costado en la campaña de las municipales para evitar que el voto castigo pese sobre los candidatos de su partido.
Los electores franceses, llamados a elegir los alcaldes y concejales municipales de 36.000 comunas en todo el país, parecen divididos entre la apatía frente a una campaña electoral de bajo perfil y la intención de castigar al Gobierno por su gestión. Según un sondeo realizado por el instituto BVA, casi un cuarto de los franceses planean ejercer un voto de castigo en los comicios de este fin de semana. Por el contrario más del 70% dice que votará basándose en preocupaciones locales y no en la política nacional. Un porcentaje que podría favorecer a los socialistas, quienes esperan conservar el control de grandes ciudades como París, Lyon, Toulouse, Rennes o Montpellier e incluso acercarse a una victoria en Marsella, la segunda gran ciudad gala.
Sin embargo, hasta los candidatos socialistas cuya victoria parece segura, como es el caso de Anne Hidalgo, la candidata nacida en Cádiz y aspirante a ser la primera alcaldesa mujer de París, han tomado distancias con Hollande para evitar que la impopularidad del mandatario sea un lastre. Con apenas 17% de opiniones positivas, Hollande batió este mes un nuevo récord.
División en la derecha
Sumida en sus propias divisiones internas, la UMP, principal partido de la oposición de derecha, no ha conseguido sacar gran provecho de las dificultades del Gobierno. En las últimas semanas, el partido del expresidente Nicolas Sarkozy ha tenido que defenderse de sus propios escándalos.
El presidente del partido, Jean François Copé, tuvo que hacer frente a sospechas de desvíos de fondos de la formación, sumida en una grave crisis financiera, a favor de una agencia de comunicación dirigida por amigos suyos. Ni siquiera Sarkozy se salva en la seguidilla de escándalos que empañan la imagen de la UMP. Las revelaciones sobre el consejero que grabó en secreto sus conversaciones cuando aún era presidente y las escuchas a su teléfono móvil por sospechas de corrupción han puesto a Sarkozy en una posición incómoda.
Los sondeos dan a la derecha ganadora en las municipales pero por un margen que permitiría a los socialistas salvar la cara. Las formaciones de la derecha tradicional obtendrían un 46 por ciento de los votos según una encuesta del periódico Le Figaro, mientras que los partidos de izquierda reunidos llegarían a un 43 por ciento. El partido de extrema derecha Frente Nacional obtendría un 8 por ciento de los votos.
La formación de Marine Le Pen se perfila como la gran beneficiada del descontento con el Gobierno socialista y la UMP. En las pasadas municipales de 2008, el Frente Nacional presentó poco más de un centenar de listas y consiguió apenas 1 por ciento de los votos. Esta vez, Marine le Pen ha registrado más de 500 listas de candidatos y los sondeos apuntan a que la extrema derecha tiene grandes posibilidades de ganar las alcaldías de unas ocho ciudades. El Frente Nacional se ha fijado como objetivo la elección de 1.000 concejales frente a los casi 80 que cuenta actualmente.
La otra consecuencia de la probable derrota de los socialistas es un cambio de gobierno tras las municipales, que muchos dan por descontado, en un intento de ganar un poco de aire. Las especulaciones en la prensa gala van desde cambios mínimos al gabinete actual hasta el nombramiento de un nuevo primer ministro.