Europa

Renzi evita enfrentarse a Berlusconi y decide pactar con él la nueva ley electoral

Renzi, en una imagen de archivo | EFE

Un viejo líder que se va, expulsado del Parlamento, y un nuevo líder que viene, calentando motores para ser el próximo presidente de Gobierno. 2013 ha sido un año de cambio generacional para la política italiana: en una escena hasta ahora protagonizada por Silvio Berlusconi, el magnate conservador que en las ultimas dos décadas se ha presentado seis veces a presidente de Gobierno, acaba de ser expulsado con 77 años del Senado tal y como prevé su condena por fraude fiscal.

Unos días después, en el otro bando político, tres millones de militantes del Partido Demócrata (PD) coronaban a Matteo Renzi, 38 años alcalde de Florencia y abanderado de la renovación generacional, su nuevo secretario; es decir el candidato más probable para ser primer ministro una vez que acabe la paréntesis del Gobierno de amplia coalición de Enrico Letta

El cambio generacional en un país cuyos destinos están en la manos de Giorgio Napolitano, presidente de la República por segunda vez y garante del Ejecutivo, está todavía por cumplir. Pero de momento, esta parece la única solución para dar una nueva legitimidad a una clase política, desgastada por los escándalos, y atollada en una amplia coalición que, a pesar de los anuncios, está cosechando pocos resultados, como demuestran las críticas a los Presupuestos recién aprobados.

Según el Movimiento 5 Estrellas del cómico Beppe Grillo que, con su 25 por ciento en las últimas elecciones generales, se ha convertido en el altavoz parlamentario de las protestas en contra de los partidos, la "revolución generacional" de Renzi es una tapadera. Y no sirve sólo para esconder los problemas del centroizquierda, sino también para llenar el vacío dejado por la expulsión de Berlusconi en el centroderecha:

"Habéis elegido a secretario Renzi, es evidente que les echabais de menos a Berlusconi y ahora tenemos a Renzusconi" acusaba un diputado del M5S en el debate parlamentario sobre los Presupuestos 2014. Y "Renzusconi" es -según los partidarios de Grillo- la imagen de una clase política que, tomando el siempre actual ejemplo del Gatopardo, necesita que todo cambie para que todo siga igual.

De hecho, Matteo Renzi, dentro y fuera de su partido, siempre ha sido acusado de parecerse demasiado al Il Cavaliere. Telegénico, innovador, protagonista de una campaña centrada en su imagen personal más que en sus ideas políticas, el alcalde de Florencia recuerda de cerca el Berlusconi de las orígenes. Tanto que, según los rumores, el mismo Berlusconi intentó convencerle para que se cambiara de bando y se convirtiera en su sucesor. Renzi admitió haber cenado en 2010 en la villa del magnate, pero se justificó alegando que lo había hecho como "un alcalde que visita al presidente de Gobierno".

Las ideas de los dos, a pesar de las cuestiones judiciales que siguen siendo vitales para Il Cavaliere, tampoco están en las antípodas: Berlusconi siempre se ha profesado "liberal"; y Renzi promete una agenda de reformas -también de marco liberal- que choca con la línea de su partido.

Su primera prueba será una reforma del mercado laboral, que el nuevo secretario del PD acaba de pactar con el presidente de Gobierno Letta. El borrador propuesto por Renzi prevé simplificar los contratos en vigencia y introducir un contrato único para los jóvenes, abaratando el despido en los primeros años de trabajo. Una medida que, según el secretario, podría facilitar la creación de nuevo empleo en un país plagado por el paro juvenil.

A pesar de ser templada por la idea de un subsidio de desempleo universal -que todavía falta en el país transalpino, donde sólo se tutelan los trabajadores con contratos tradicionales-, el principal sindicato del país, CGIL, ya tuerce el morro. A cambio sí parece entusiasta la nueva Forza Italia, el partido de Berlusconi nacido tras su salida de la mayoría de Gobierno, cuyo portavoz alabó la propuesta de Renzi: "es parecida a la nuestra, nos la ha copiado".

Las posiciones del nuevo PD de Renzi siguen distantes de las de Berlusconi, empezando por una reforma de la ley de inmigración, considerada urgente por la izquierda tras el naufragio de Lampedusa -que ha provocado casi 200 muertos entre las personas que intentaban llegar a Sicilia- y las nuevas revelaciones sobre el trato inhumano en los centros de acogida italianos.

Pero el eje entre Renzi y Berlusconi podría reforzarse en otro tema, que de momento es sin duda el más importante: la nueva ley electoral. La antigua medida -conocida como "ley cochinada" por los daños que ha provocado- acaba de ser declarada incostitucional. Y tanto Berlusconi como Renzi, quieren aprobar a una nueva ley para estar listos en caso de elecciones anticipadas.

Según los rumores los dos lideres ya podrían haber encontrado un acuerdo sobre una medida de carácter mayoritario: una ley que pueda eliminar los problemas de gobernabilidad y entregar el Gobierno del país no a una coalición heterogénea, sino a un solo líder: sea el joven Renzi o, una vez más, el viejo Berlusconi.

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