
En Italia la ley de Presupuestos siempre ha sido objeto de modificaciones y negociaciones entre los partidos y los Gobiernos, que en el país transalpino tienen tradición de ser muy débiles. Esta vez, con un Ejecutivo de amplia coalición -en el que están representadas todas las principales fuerzas políticas con excepción del Movimiento 5 Estrellas del cómico Beppe Grillo - la historia habría tenido que ser diferente.
Sin embargo las enmiendas a la Ley de Estabilidad presentada el pasado 15 de octubre por el ministro de Economía Fabrizio Saccomanni ya rozan las 3.000 en el Senado, donde ha empezado el debate, contribuyendo a atrasar el calendario previsto para la aprobación de la norma que, antes de eso, ya ha suspendido el examen de Bruselas el pasado viernes.
La Comisión Europea considera "en peligro" los objetivos de reducción de la deuda y ha alertado a Roma de que no podrá aprovechar del espacio presupuestario para hacer nuevas inversiones, a consecuencia de la obligación de reducir el déficit transalpino por debajo del 3%.
La coalición de Letta
La culpa la tiene la extensa coalición que soporta el Gobierno de Enrico Letta, hoy más dividida que nunca. No se trata sólo de Silvio Berlusconi, aunque el líder conservador sigue condicionando -y mucho- la estabilidad del Ejecutivo. A pesar de haber votado la confianza a Letta el pasado 2 de octubre, Il Cavaliere ha vuelto a poner en duda su apoyo al primer ministro: el enésimo cambio de opinión en unas pocas semanas se debe a su expulsión del Parlamento tal y como prevé su condena definitiva por fraude fiscal.
Berlusconi ha conseguido, de momento, retrasar el voto del pleno de la Cámara alta hasta diciembre y mientras tanto juega a dos bandas: de un lado intenta mantener un vínculo con su antiguo delfín Angelino Alfano, partidario de seguir con Letta en el Gobierno, del otro acaba de lanzar la renovación de su partido (que el pasado sábado ha retomado el nombre de sus origines, Forza Italia) para dar batalla al Ejecutivo en la aprobación de los Presupuestos y ganar apoyos en caso de elecciones anticipadas.
La estrategia de Berlusconi es parecida a la del otro líder político, el alcalde de Florencia Matteo Renzi, que se prepara para ser nombrado secretario del Partido Demócrata (PD) en el congreso del próximo 8 de diciembre. Renzi, abanderado de la renovación generacional en el frente progresista, ha asegurado su apoyo al compañero de partido Enrico Letta hasta 2015, pero sigue manifestando su desacuerdo sobre varias de las medidas impulsadas por el primer ministro.
La batalla de Renzi no se limita a los Presupuestos: el alcalde está poniendo en jaque el Gobierno sobre las dimisiones de la ministra de Justicia Annamaria Cancellieri (culpable de haber pedido la excarcelación de una amiga de la familia) e intenta condicionar el debate sobre la ley electoral. La ley vigente, aprobada hace ocho años, se considera inadecuada por la situación de ingobernabilidad que crea. Sin embargo, hasta ahora no ha habido acuerdo en el Parlamento para modificarla, con el progresista PD dividido en facciones internas: Letta ve favorablemente una ley proporcional que facilitaría replicar en el futuro la amplia coalición que preside; al contrario, Renzi -muy popular en los sondeos- es partidario de un escrutinio mayoritario que le done plena legitimidad en caso de victoria electoral.
Hasta el 3 de diciembre
Frente al enésimo atolladero, serán los magistrados quienes tendrán que decidir: el Tribunal Constitucional italiano se pronunciará el próximo 3 de diciembre sobre la actual ley electoral y podrá enmendarla eliminando el premio de la mayoría (considerado incostitucional) o abolirla del todo, recuperando la anterior ley de cuota proporcional.
Un veredicto que, sobre todo en caso de modificaciones que favorezcan el escrutinio proporcional, podría alargar la vida a la coalición de Letta. Con el beneplácitode sus rivales Renzi y Berlusconi.