Europa

Sarkozy da los primeros pasos para su regreso a la política

Sarkozy en una imagen de archivo | EFE

Nicolas Sarkozy no habría podido esperar mejor recibimiento para su primera aparición en público un año después de su derrota en las elecciones presidenciales. Frente a la sede de su partido, la UMP, más de 500 personas se apiñaron para verle llegar el lunes pasado a una reunión convocada de urgencia para tratar la grave situación financiera del primer partido de la oposición.

La policía tuvo que cerrar la avenida por la que se accede a la sede de la formación UMP mientras los militantes gritaban "Nicolas, Nicolas" como si se tratara de una estrella de rock. Un verdadero regreso triunfal.

A nadie parecía importarle que la cita a la que estaba invitada toda la cúpula del partido fuera convocada después de que el Consejo Constitucional francés, máxima institución jurídica del país, invalidara las cuentas de campaña de Sarkozy y dejara al partido con una deuda de 11 millones de euros.

El expresidente, apartado oficialmente de la escena política, aunque su figura es omnipresente, anunció que participaría para apoyar a su partido y ayudarle a salir del grave aprieto financiero en el que se halla por cuenta de la gestión de su campaña electoral. Pero lo que debía ser una reunión para tratar los problemas financieros del partido, se convirtió en una especie de mitin a favor del exmandatario y para muchos, en el primer acto de su regreso a la política.

Ni una palabra de la deuda

Sarkozy pronunció un discurso de fuerte contenido político frente a unos 800 cuadros del partido difundido a través de su cuenta de Twitter, que permanecía cerrada desde su discurso de reconocimiento de la derrota electoral en mayo del año pasado. El expresidente galo no se jugó todas las cartas de una vez. "Éste no es mi regreso político. El día que decida retomar la palabra será para hablar a los franceses sobre Francia", advirtió Sarkozy en el arranque de su discurso. Pero lo que dijo a continuación pareció como si fuera el primer paso de ese regreso con el que lleva amagando desde que salió del Elíseo.

Sarkozy se mostró desafiante en cuanto a la decisión de los sabios del Consejo Constitucional apenas dos días después de dimitir del puesto que ocupaba dentro de esa institución en calidad de expresidente. "Respetar las instituciones no significa aceptar todas sus decisiones", dijo el líder galo.

Habló sobre Europa, la crisis financiera y, a su parecer, de ideas políticas. Finalmente lanzó una reprimenda a los barones de su partido, peleados a muerte por la sucesión, y se puso por encima de ellos. "Frente a la inquietud de los franceses, toda división es inaceptable. Dividirse es debilitarse", les dijo Sarkozy en tono de lección. En cambio, ni una palabra sobre la deuda de 11 millones de euros que dejó al partido.

Ni el revés sufrido frente al Consejo Constitucional, ni los numerosos escándalos de corrupción que le rodean, parecen hacer mella en la popularidad de Sarkozy a quien buena parte de los militantes de la derecha consideran como una especia de "hombre providencial".

Hasta el momento, el exmandatario se había dedicado a alimentar esa imagen, diciendo que no era su deseo regresar pero que podría hacerlo por deber. "Habrá un momento en que la pregunta no será: ¿tiene ganas?, sino ¿tiene la elección? En ese caso, estaré obligado a presentarme. No por deseo, sino por deber" dijo Sarkozy hace pocos meses a un periodista de la revista Valeurs Actuelles.

Según todos los observadores políticos, su estrategia era esperar hasta después de los comicios municipales, regionales y europeos de 2014 para anunciar su eventual regreso. Pero la invalidación de sus cuentas de campaña dio un golpe a ese plan y aceleró los tiempos.

A pesar de su gran popularidad entre los militantes de derecha, la partida no está ganada para Sarkozy. La justicia francesa tiene al expresidente en la mira por varios casos. Sarkozy se encuentra imputado dentro del llamado caso Bettencourt. Los jueces sospechan que abusó de la debilidad de la mujer más rica de Francia, dueña de L'Oréal, Lilianne Bettencourt, para conseguir dinero para financiar su campaña electoral en 2007.

La justicia también investiga su rol en el caso Tapie y la decisión de aceptar un fallo que obligó al Estado francés a pagar más de 400 millones de euros de indemnización al empresario Bernard Tapie.

Sarkozy también encontrará obstáculos dentro de su propio partido. Aunque sea el favorito de los militantes de la UMP, los barones del partido no parecen dispuestos a someterse nuevamente a la tutela del expresidente. Es, sobre todo, el caso de su exprimer ministro, François Fillon, que ha declarado públicamente su ambición de ser candidato a las presidenciales de 2017 y ha dejado claro que no se retirará a favor de Sarkozy si su antiguo jefe decidiera volver.

De cara a las cámaras, todos celebraron el regreso público del líder el lunes pasado. Pero detrás de bastidores, ya intentan posicionarse frente a un eventual retorno de Sarkozy a la política. Lo cierto es que no será sencillo para Sarkozy recuperar las viejas lealtades dentro de un partido profundamente dividido y en una precaria situación financiera que lo tiene al borde de la quiebra.

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