
Una política monetaria que no puede ganar fuerza; débiles bancos que no pueden o no quieren prestar; una economía atrapada en un mundo en penumbras de escaso crecimiento, atormentada por el espectro de la deflación.
Si esta combinación suena familiar, es porque lo es.
La zona euro, aún ahogada en una deuda heredada de la gran crisis financiera, se asemeja cada vez más a Japón en la década de 1990 cuando el país asiático se enfrentaba a una recesión desencadenada por el estallido de una poderosa burbuja de activos.
Durante mucho tiempo, Japón fue visto con lástima por no poder salir de su letargo. Su banco central fue criticado por su timidez en sus políticas.
Sin embargo, ahora las cosas han cambiado. Mientras el nuevo gobernador del Banco de Japón, Haruhiko Kuroda, se ha embarcado en medidas de alivio cuantitativo a una escala sin precedentes, el Banco Central Europeo está reduciendo su balance financiero y conformándose con ofrecer una "orientación futura" para reducir los tipos de interés.
A la luz de la amplia brecha de producción de la zona euro, reflejada en niveles récord de desempleo y una montaña de deuda que los gobiernos y el sector privado aún deben amortizar, algunos economistas sostienen que la inflación corre el peligro de caer incómodamente por debajo de la meta del BCE de poco menos de un dos por ciento.
En un nuevo informe, JP Morgan dijo que espera que la inflación subyacente, excluyendo impuestos, caiga por debajo de un uno por ciento, frente a un 1,1 por ciento en los 12 meses hasta mayo, y que se mantenga por debajo de ese nivel hasta por lo menos finales de 2015.
La presión a la baja en los precios es especialmente mayor en los países en apuros de la periferia de la zona euro.
Con la opción de una depreciación de los tipos de cambio cerrada, la única manera de que estos países recuperen la competitividad es manteniendo bajos los salarios y otros costes. Grecia, por ejemplo, está inmersa en una deflación por primera vez en 45 años, lo que se suma a la carga real de su deuda. Otros podrían unirse a ella, considera JP Morgan.
Los responsables del BCE admiten que la amenaza a la estabilidad de los precios apunta a la baja y sostienen que están preparados para relajar aún más la política monetaria de ser necesario.
Para algunos economistas, un alivio cuantitativo adicional es una cuestión de tiempo y no de si se requerirá realmente.
"Todavía no estamos ahí, y un alivio cuantitativo no es nuestro caso base. Pero la lección aprendida del Japón de la década de 1990 es que cuanto más tiempo espere Europa para reformar las balances de cuentas de los bancos, más se aproxima una deflación", dijo Joachim Fels de Morgan Stanley en Londres.
Japón pasó gran parte de una década lidiando con bancos afectados por el colapso en los precios de las propiedades, mientras que los arreglos en la zona euro para compartir el coste de futuras quiebras de bancos no entrarían en vigor hasta 2019.