Le estabilidad del Gobierno italiano de amplia coalición tambalea bajo los problemas judiciales de Silvio Berlusconi. Este lunes el Tribunal de Milán condenó al antiguo mandatario y líder de la derecha transalpina a siete años de prisión por los delitos de inducción a la prostitución de menores y abuso de poder en el llamado 'caso Ruby'.
Una pena más grave que los seis años que pedía la fiscal Ilda Bocassini, a la que hay que añadir la inhabilitación perpetua para ejercer un cargo público. Aunque se trate de una sentencia de primera instancia y sus abogados ya preparen la apelación, es un duro golpe para Berlusconi, ya imputado en varios juicios de los que algunos están a punto de alcanzar la sentencia definitiva.
En particular, el empresario televisivo espera en otoño la decisión del Supremo sobre el 'caso Mediaset', en el que ha sido condenado a cuatro años de cárcel y a cinco de inhabilitación.
Roces internos
Pero sobre todo la sentencia de ayer -definida por los partidarios del líder conservador, como "una bomba de mano lanzada en el Palacio del Gobierno"- amenaza con la estabilidad política de Italia. De momento, no parece que los ministros del partido de Berlusconi quieran salir del Ejecutivo, pero la amplia coalición que apoya al primer ministro Enrico Letta sigue debilitada por los roces internos y ya ha estado a punto de romperse por la imposibilidad de bajar impuestos, como requiere la derecha.
Volver a las elecciones a pocos meses de las últimas generales sería para Il Cavaliere una manera de reafirmar su popularidad a pesar de las condenas; pero al mismo tiempo resultaría fatal para la recuperación de una economía desgastada por tantos meses de ingobernabilidad.