
Un día después de que la justicia imputara al expresidente Nicolas Sarkozy dentro del llamado caso Bettencourt, un gráfico del periódico Le Monde intentaba recordar a sus lectores los personajes clave de este enrevesado escándalo. Sarkozy ante la Justicia: el expresidente francés niega su implicación en el 'caso Bettencourt'
En el centro, Liliane Bettencourt, dueña del imperio L'Oréal y mayor fortuna de Francia; a su alrededor las caras de amigos, abogados, gestores, antiguos empleados de confianza y representantes políticos, en su mayoría investigados por la justicia por presuntamente abusar de la frágil salud de la anciana para sustraerle dinero.
El exmandatario fue el último en sumarse a una lista de diecisiete imputados en las diversas facetas de este caso, entre ellos un exministro, periodistas, una jueza, un exfiscal y el antiguo gestor de la fortuna Bettencourt. "Una imputación injusta y sin fundamentos", dijo Sarkozy en un mensaje publicado en su cuenta de Facebook. "Dedicaré toda mi energía a demostrar mi honradez y mi honestidad. La verdad acabará triunfando" aseguró. Hasta su mujer, en plena promoción de su nuevo disco, salió a defenderle con cierto dramatismo. "Es inimaginable que este hombre pueda abusar de la debilidad de una mujer que tiene la edad de su madre", dijo Carla Bruni con la voz quebrada y al borde de las lágrimas durante una entrevista de radio.
Lo que comenzó como una saga familiar se ha convertido en el mayor escándalo político de los últimos tiempos. Poco sabían los franceses de la discreta familia Bettencourt hasta que en 2007 salió a la luz la feroz disputa entre madre e hija. Françoise Bettencourt-Meyers, única hija y heredera de Liliane Bettencourt, denunció ante la justicia a François-Marie Bannier, un fotógrafo asiduo de la burguesía francesa a quien acusaba de aprovecharse de su madre. La anciana habría dado regalos por un valor estimado de 1.000 millones de euro a quien considera como un amigo cercano. Pero su hija aseguró que Banier se aprovechaba de su madre, diagnosticada con demencia y principio de Alzheimer.
El asunto no era considerado más que un culebrón familiar hasta que, durante 2010, el entonces ministro de Trabajo de Sarkozy, Eric Woerth, se vio salpicado por sus estrechas relaciones con Patrice de Maistre, el gestor de la fortuna de Liliane Bettencourt. Además de las sospechas por tráfico de influencias, Woerth tuvo que hacer frente a las acusaciones de la excontable de la millonaria. Claire Thibout aseguró que en 2007 De Maistre le pidió 150.000 euros que luego fueron entregados a Woerth para financiar su campaña presidencial.
La prensa, salpicada
La prensa que investiga el caso también cayó en los tentáculos del escándalo cuando cuatro periodistas son imputados por difundir grabaciones de conversaciones de miembros del círculo cercano de Liliane Bettencourt. Entretanto, una feroz pelea estalla en los juzgados entre el fiscal encargado, Philippe Courroye, y la jueza Isabelle Prévost-Desprez, que decide abrir una investigación paralela acusando a Courroye de defender los intereses del entonces presidente Sarkozy. Ambos están imputados por su desempeño en este proceso judicial.
La mujer más rica de Francia parece cada vez más enferma y aislada. En 2011, su hombre de confianza y abogado, Pascal Wilhem, es imputado por abuso de debilidad. La justicia sospecha que convenció a Liliane Bettencourt de invertir más de 140 millones de euros en la empresa de otro de sus clientes. La fortuna de Bettencourt era para muchos la gallina de los huevos de oro. Ante las peleas dentro del tribunal de Nanterre, donde el caso permanecía encallado por las influencias políticas, la justicia decidió "deslocalizar" el proceso hacia los juzgados de Burdeos y poner a cargo al juez Jean Michel Gentil.
El magistrado ha tenido que hacer frente a un verdadero órdago por parte de los seguidores de Sarkozy desde que decidió imputarlo. Según el juez, Sarkozy también habría abusado de la debilidad de Bettencourt para conseguir dinero para su campaña electoral de 2007. "El juez Gentil deshonra a la justicia", llegó a decir hace unos días el exconsejero de Sarkozy Henri Guaino. Gentil no tiene mucho tiempo. Su mandato termina a finales de este año y antes de ello debe concluir la investigación del caso y decidir si tiene elementos suficientes para llevar al expresidente ante el banquillo.