El papa Francisco ha comenzado su segundo día como padre de la Iglesia con un leve traspiés durante su reunión con los cardenales en la Sala Clementina. Tras escuchar la bienvenida en boca del decano del Colegio Cardenalicio, Angelo Sodano, se levantó de su trono para abrazarle sin percatarse de la existencia de una tarima de pocos centímetros. Por suerte, todo quedó en un susto. El Vaticano, en defensa del papa.
El papa Francisco sigue presentándose con sotana blanca y sin estola, y con su cruz de plata de obispo como único ornamento y no ha cesado de saludar uno a uno a todos los miembros del colegio cardenalicio al finalizar su discurso.
Tras este incidente el Papa Francisco ha pedido a los cardenales electores y no electores que no cedan al pesimismo, porque "es muy peligroso, es una tentación", y les ha instado a que todos los días encuentren la valentía de llevar el Evangelio "a los cuatro ángulos de la Tierra".
También les ha recordado que la mitad de ellos están en la vejez y que deben transmitir la sabiduría de esa vejez a los jóvenes. Así, ha recordado que "la vejez es el tiempo de la sabiduría de la vida", que "como el buen vino, mejora con los años", y el "tiempo de la tranquilidad y de la oración".
Antes de impartir la bendición apostólica, el papa Francisco ha confiado a María su ministerio y el ministerio de los cardenales para que refuerce la unidad, perseveren en la oración y testimonien la presencia del Señor.
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