Europa

Castigo de excomunión para los que rompan el secreto de elección con grabadoras o Twitter

Los cardenales despiden al Papa. Imagen: EFE

Todas precaución es poca para garantizar el correcto desarrollo del próximo Cónclave. Y más teneiendo en cuenta las luchas de poderes desatadas en el seno de la Iglesia en los últimos años del pontificado de Benedicto XVI tal y como reflejan los episodios desvelados en el caso Vatileaks. Reunión con los cardenales que investigan el Vatileaks

Según la información de El Confidencial, Juan Pablo II se encargó de dejar totalmente planificado el protocolo que se debe llevar a cabo durante el período de sede vacante en la constitución Universi Dominici Gregis. En ella se regulan todos los aspectos que tienen lugar durante este intervalo de tiempo por lo que a partir de las ocho de la tarde de este jueves, cuando Benedicto XVI haga efectiva su renuncia, no tendría que ocurrir nada que se saliera del guión estipulado, no habría lugar para la improvisación.

Sólo hay una ingógnita dentro de todos los planes vaticanos perfectamente orquestados, la fecha en la que se iniciará el Cónclave para elegir al nuevo Papa. Por primera vez en siete siglos, Benedicto XVI ha dejado la responsabilidad de fijar la fecha en manos de los cardenales electores que podrán adelantar la celebración si están todos presentes en Roma tal y como estableció en el motu proprio que presentó el pasado 22 de febrero.

Prohibido romper el secreto

El Papa aprovechó dicho documento para para endurecer con la pena de excomunión el castigo por revelar los secretos de la elección de su sucesor. El acto del máximo dirigente de la Iglesia no pasa desapercibido, es más, se le ha dado mayor relevancia ya que lo hace justo en un momento en el que los cimientos del Vaticano se han tambaleado por la filtración de documentos confidenciales a manos de su exmayordomo Paolo Gabriele. Uno de los hombres más cercanos a Benedicto XVI fue capaz de revelar algunos de los sucesos vaticanos más oscuros.

Preservar la confidencialidad en todo lo que envuelve a la elección del nuevo Papa es un asunto prioritario para los purpurados y, también, para todos los que, durante la sede vacante, coincidan con los cardenales por una u otra razón. La Capilla Sixtina será revisada por completo para asegurar que no se cuela ningún aparato de grabación que pueda revelar cada uno de los escrutinios antes de que aparezca la fumata blanca. También se prestará especial atención a Twitter, red social que se ha instalado entre los miembros de la Iglesia que serviría de vehículo de comunicación de todo lo que estuviera pasando en el Cónclave.

Las normas establecen que bajo ningún pretexto se introduzcan instrumentos técnicos de cualquier tipo que puedan grabar, reproducir o transmitir voces, imágenes o escritos. Además, todos los cardenales se someterán en los próximos días un juramento sobre los evangelios.

También se prohíbe que los cardenales reciban prensa, escuchen programas de radio o vean la televisión mientras dure el proceso de elección. Todo con el fin de generar una auténtica burbuja de acero al margen del mundo y sus presiones para preservar su libertad a la hora de elegir en conciencia a quien consideren más adecuado para la silla de Pedro. Nada puede romprer el secreto de la elección, las nuevas tecnologías se van incorporando a la vida de los religiosos pero en la tradición de las ceremonias no tienen cabida.

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