Europa

Berlusconi cede en su pacto con la Liga y acepta la autonomía fiscal

Silvio Berlusconi. Imagen: EFE

La Liga Norte esta vez ha pasado la factura. El partido populista, de derechas, y que reivindica una mayor autonomía para las regiones del norte de Italia, ha puesto sus condiciones para volver a aliarse con Silvio Berlusconi. Y lo peor para il Cavaliere no ha sido renunciar a presentarse al cargo de primer ministro -tanto los autonomistas como los seguidores de Berlusconi saben que es casi imposible ganar estas elecciones-, sino el hecho de tener que apoyar la petición de la Liga Norte de que las tres grandes regiones del Norte (Piamonte, Lombardía y Véneto) retengan el 75 por ciento de sus impuestos.

La autonomía fiscal es un viejo caballo de batalla de la Liga desde los años 90, y ya impulsaron una reforma federalista durante los años del Gobierno de Berlusconi. Pero esta vez, con un acuerdo tan explícito, Berlusconi podría perder votos en el sur del país.

Sin embargo, y a pesar de los riesgos, el líder conservador, acorralado por Mario Monti y muy castigado en los sondeos, al final ha tenido que ceder y abrazar la causa autonomista, liderada por Roberto Maroni, antiguo ministro del Interior en el Gobierno de il Cavaliere.

El modelo español

El modelo de referencia por la Liga Norte es siempre el mismo: un federalismo asimétrico, parecido al de España. "Queremos hacer como Cataluña", repetían hace algunos años los liguistas explicando que igual que Barcelona también Milán tenía que liderar una región con más poderes y menos vínculos con Roma.

Ahora que la crisis ha puesto en jaque el modelo construido por la Generalitat, la Liga no se ha desalentado y sigue con las reivindicaciones muy parecidas a las del pacto fiscal pedido hace pocos meses a Madrid por el Govern de Artur Mas: igual que Cataluña los liguistas quieren que el Norte de Italia recaude y gestione sus tributos mediante una Agencia Tributaria propia.

El objetivo declarado -y sellado por el propio Berlusconi- es retener el 75 por ciento de los impuestos. Como los nacionalistas catalanes, los liguistas opinan que debería ser mucho mayor el retorno de la aportación local al Estado, es decir, la diferencia entre los ingresos de la Administración central en el Norte y los gastos del Estado italiano en territorio norteño, y para realizar su sueño quieren hacerse con el Gobierno de Lombardía, la región de Milán que es la más rica y con mayor población de Italia.

Una región clave

Lombardía, para Italia, es una región clave para alcanzar el éxito en las elecciones generales. Aún más en el caso de los próximos comicios italianos, que coinciden con los autonómicos. A nivel nacional, la izquierda del Partido Demócrata (PD) lidera los sondeos pero, para conquistar una mayoría plena también en el Senado, tiene que ganar en la región de Milán.

Por eso Berlusconi ha insistido tanto para sellar el pacto con la Liga Norte: su objetivo es impedir que el PD gane la mayoría en la Cámara Alta y apostar por un nuevo Gobierno de coalición. Por su parte, los autonomistas -que ya controlan el Ejecutivo regional en Turín (Piamonte) y Venecia (Véneto)- quieren conquistar también Lombardía, asentando así su control en los gobiernos locales más importantes del Norte.

De hecho, la Liga está fundando su campaña electoral en el proyecto de una macro-región que desde Turín hasta Venecia incluya en una única entidad las partes más ricas de Italia. Se trata de la enésima actualización del sueño autonomista que el partido lleva persiguiendo desde su primer Gobierno con Berlusconi, allá por 1994, y que se encuentra en un compás de espera tras el fracaso del federalismo fiscal, bloqueado hace un año por la caída de il Cavaliere y la formación del Gobierno tecnócrata de Monti.

Con los años la formación fundada en 1989 por Umberto Bossi ha apostado también por reivindicar la independencia de todo el Norte de Italia (hasta se ha inventado el nombre Padania, es decir valle del río Po) pero al final siempre ha vuelto a aliarse con Berlusconi para obtener resultados más concretos en ámbito federal.

Ahora tras un pasaje traumático de liderazgo entre el fundador Bossi y su brazo derecho Maroni -salpicado por numerosos escándalos relacionados con la malversación de fondos públicos- la historia vuelve a lo de siempre. Y aunque la base electoral ya no sea muy favorable a un nuevo acuerdo con Berlusconi, en el nuevo escenario político no pueden prescindir de su alianza, pues tras la confirmación de la presencia de Monti, por separado son demasiado débiles.

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