Un paquete de mantequilla se encarecerá 33 céntimos, y la bolsa de patatas fritas, nueve. Son dos ejemplos, pero el gobierno danés ha declarado la guerra a todos los alimentos que contengan grasas saturadas.
Su inconveniente es que aumenta el colesterol que las personas identifican como malo y eso incrementa el riesgo de sufrir enfermedades cardiovasculares.
En España, también se discute la posibilidad de imponer una medida como la danesa. Pero no hay acuerdo. La OCU propone que se limite por ley el uso de las grasas saturadas y que se etiquete correctamente en los productos las sustancias que son poco saludables.
Esta idea gusta también a los médicos, aunque ellos apuestan por las campañas informativas. El debate es de difícil consenso.
Pero el asunto preocupa, y mucho, porque las enfermedades cardiovasculares son la primera causa de mortalidad en Europa. Todos los países miran hacia Dinamarca para medir los efectos prácticos de esta medida pionera.