
El presidente francés, Nicolas Sarkozy, ha rechazado hoy dar marcha atrás en su decisión de aumentar de 60 a 62 años la edad mínima para acceder a la jubilación, uno de los puntos claves de su reforma del sistema de pensiones, al día siguiente de masivas manifestaciones de protesta en Francia.
Los sindicatos franceses dijeron que 2,5 millones de personas salieron el martes a las calles para protestar contra una impopular reforma del sistema de pensiones.
Aprovechando un creciente malestar sobre las medidas de austeridad en momentos en que Europa emerge de la recesión profundamente endeudada, los dirigentes sindicales demandaron al Gobierno de centro derecha que dé marcha atrás en la medida.
"De ninguna manera cambiaremos ese punto", sostuvo Sarkozy en una declaración efectuada en la reunión semanal del consejo de ministros difundida poco después por el Elíseo, sede de la presidencia.
Sarkozy incide en que se ha negado a recurrir a otras opciones como bajar el importe de las pensiones o aumentar de forma masiva la presión fiscal, ya que esto último supondría penalizar el poder adquisitivo, destruir el crecimiento y empleo y fomentar las deslocalizaciones.
Sin embargo, el presidente francés asegura que sí se realizarán cambios a la hora de tener en cuenta el tipo de trabajo o la dificultad para realizarlo para mantener la edad de jubilación en los 60 años, opción que se recogía ya para aquellos trabajadores con un grado de incapacidad superior o igual al 20 por ciento.
En este sentido, y teniendo en cuenta las propuestas realizadas por el ministro de Trabajo, Eric Woerth, después de conversar con los agentes sociales, Sarkozy mostró su voluntad de que esta medida se pueda extender a los agricultores y a las personas con un grado de incapacidad superior al 10 por ciento, que deberán comparecer ante un comité multidisciplinar que decidirá si concede una pensión de jubilación a los 60 años en lugar de 62.
"Una reforma importante"
Sarkozy reiteró que la reforma del sistema de jubilaciones que impulsa su gobierno, y que el martes fue presentada en el Parlamento, es "una de las más importantes" pues en "momentos en que una jubilación de cada diez es financiada por la deuda, debemos garantizar a los franceses que sus jubilaciones y las de sus hijos, serán pagadas".
La reforma, rechazada el martes en las calles de las principales ciudades del país por más de un millón de personas según la policía y hasta tres millones según los sindicatos, prevé elevar la edad mínima a partir de 2018 y aumentar de 65 a 67 años la edad para cobrar una jubilación completa, dos de los puntos más conflictivos.
Sarkozy sostuvo que por tratarse de una "reforma esencial" es "normal que genere inquietudes y movilizaciones importantes, como ha ocurrido ayer".
Pero advirtió que "no dejará que nadie desnaturalice la reforma pues sería poner en peligro el retorno al equilibrio" del sistema de jubilación.
El gobierno defiende que esta reforma le permitirá salvar un sistema amenazado por el aumento de la esperanza de vida y las consecuencias de la crisis económica de 2008 que triplicó el déficit del sistema de jubilaciones en 2010 a 32.000 millones de euros (39.000 millones de dólares).