Europa

Cameron y Clegg ultiman el acuerdo para el cambio en Downing Street

El líder liberal-demócrata, Nick Clegg.

El cambio sobrevuela Downing Street. La clase política británica intenta gestionar la resaca de las elecciones que, por primera vez en 36 años, ha dejado un Parlamento sin hegemonías.

El mayor número de escaños obtenido por los conservadores de David Cameron se mantiene todavía como pauta para quien realmente tiene en sus manos las llaves del número 10. Gordon Brown continúa en la residencia oficial, en base a su rol constitucional como primer ministro en un escenario sin mayorías, pero es el líder liberal-demócrata, Nick Clegg, el que decidirá el próximo inquilino.

Los ciudadanos continúan sin saber quién aplicará los recortes de gasto más profundos en décadas. La única certeza en el actual panorama de negociaciones es que el agujero presupuestario requerirá tal tijera que la próxima Administración se convertirá en la más impopular de la historia reciente. El gobernador del Banco de Inglaterra ya lo ha advertido. Sin embargo, ni a tories ni a laboristas les asusta la responsabilidad.

Ambos partidos aspiran a atraer a la tercera fuerza a su terreno. A pesar de perder cinco diputados, los 57 asientos liberal-demócratas en Westminster son el objeto más codiciado de la "vieja política" que Clegg reprobó en la carrera electoral del 6 de mayo. Y el líder no ha podido eludir el rol que la aritmética parlamentaria le ha otorgado.

Cuando no habían pasado ni 48 horas del fin del recuento, el que fuera considerado revelación de la campaña ya había mantenido dos reuniones privadas con los dos que aspiran a pasar el verano en Downing Street. Clegg se deja querer pero, de momento, los conservadores van ganando en el cortejo.

Siete horas de reunión

Los contactos entre los cuarteles generales de ambos partidos fueron una constante desde el viernes y ayer, tras una reunión de casi siete horas, los equipos negociadores acordaron verse de nuevo en las 24 horas siguientes, una vez consultados los progresos con los jefes. Dos son las cuestiones fundamentales sobre la mesa. La reforma política, que en su traducción práctica representa la demanda liberal-demócrata de cambiar el modelo electoral, y el ataque al déficit.

La primera es complicada. Cameron es reacio y Cleg la califica de "fundamental". Sin embargo, en la segunda, comparten objetivo: garantizar un plan económico creíble. Sin embargo, tendrán que limar diferencias en la receta. Si los conservadores apuestan por meter tijera de inmediato, sus virtuales socios creen, como los laboristas, que es necesario esperar a que la recuperación esté consolidada.

No obstante, ambos superaron el desafío marcado. Descartado un acuerdo antes del lunes, el reto era mandar un mensaje de tranquilidad a los mercados. Con la misión cumplida, toca ahora definir si hay espacio para la colaboración. De confirmarlo, habrá que decidir si sería una coalición formal o un acuerdo de confianza.

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