"Esto sólo es el principio de una gran guerra", avisa Hélène, una de las decenas de miles de personas que desfilaron en Atenas el miércoles en contra del plan de austeridad anunciado por el gobierno, cuando tres personas murieron en violentos incidentes al margen de la huelga general.
La de ayer fue la tercera huelga general en menos de tres meses en Grecia y el ambiente, al igual que el cielo de Atenas, es pesado. La multitud se encara a la policía antidisturbios desplegada a lo largo de todo el Parlamento, donde una comisión examina las medidas de austeridad tomadas a cambio de la ayuda de los Europeos y del FMI, del que se espera que salve al país de la bancarrota.
Los enfrentamientos estallaron cuando varios jóvenes tratan de burlar el cordón de seguridad. En lugares determinados, algunos perturbadores lanzaron cócteles molotov que prendieron fuego a los escaparates: un banco se incendió y muerieron tres personas en el edificio que albergaba la sucursal bancaria, según una fuente policial.
"Tenemos que quedarnos en la calle un mes"
"Esto es sólo el principio", ha insisitido Hélène Galani, en el desfile que, hasta entonces, avanzaba pacíficamente. "Estoy dispuesta a apostar que un día, este gobierno deberá abandonar Atenas en helicóptero". Contable en la función pública, Jim Zach, le hace eco: "el gobierno no va a dar marcha atrás con una única jornada de huelga", reconoce. "Tenemos que quedarnos en la calle durante un mes, y cada vez más griegos se sumarán a nosotros porque la situación va a empeorar todavía".
Para Katarina, "la única solución, ahora, es ocupar edificios públicos y seguir manifestándose". Según fuentes policiales, 30.000 personas han salido a la calle, aunque son probablemente más. Es la concentración "más importante jamás organizada" en Grecia, afirma incluso el principal sindicato del sector privado.
El ajuste sin precedentes de los salarios y las jubilaciones, anunciado el domingo, parece haber convencido a numerosos atenienses de sumarse a los manifestantes. "Me quitan todo, no sé si podré salir adelante", suspira Anargyros Bizianis, empleado municipal del ayuntamiento de El Pireo, el puerto de la capital, cuyo sueldo es de 900 euros mensuales.
"FMI get out"
La multitud, animada por el nivel de movilización, superior a las anteriores, canta lemas en contra de "la junta del FMI". "FMI get out (FMI fuera)", escribe un hombre en la fachada blanca del hotel de Gran Bretaña, uno de los más lujosos de la capital. "El FMI y la UE nos roban un siglo de avances sociales", se puede leer en otra pancarta.
"Hemos visto lo que ha pasado en los países en los que intervino el FMI", suelta Jim, "han echado a un montón de gente, cerrado los hospitales". Para él, los sacrificios reclamados a los griegos no son la única solución para evitar la bancarrota del país, tal y como lo afirma el gobierno. "Deberían imponer una tasa sobre los bienes de la Iglesia, en este país en el que los popes viven como empresarios, es increíble".
Alexandra Makri, médico rubia de unos cincuenta años, sugiere otra vía para sacar al país de la encrucijada. "Hay que echar a todos los políticos corruptos", lanza. "Aunque la mayoría de los atenienses no están aquí, espiritualmente nos apoyan", dice. "La gente está aterrada por lo que les espera, ha perdido la esparanza".