
La Selección Española comienza a coger forma. La convocatoria de 23 hombres dada por Vicente Del Bosque este domingo despejó las principales dudas de un equipo con una preocupación oculta. Cesc Fábregas y su bajo rendimiento en el Barça en los últimos meses ha pasado a ocupar un puesto prioritario entre las tareas de Vicente del Bosque.
El de Arenys ha pasado de ser la principal referencia en ataque del equipo de Guardiola, a convertirse en un jugador 'suplentísimo', un habitual del banquillo barcelonista.
Los motivos mezclan razones físicas y técnicas. Cesc sufre problemas de espalda que le están provocando otras dolencias derivadas y que incluso han hecho que Del Bosque meditara si llamarlo o no para la Eurocopa. Ahora mismo se encuentra en el dique seco por un problema muscular que debería resolverse en breve, pero que ha despertado las dudas sobre el estado real del jugador.
Los servicios médicos del Barça han tranquilizado al seleccionador. No debería tener consecuencias. Sin embargo, la trayectoria del catalán es descendente. De ahí que el entrenador se lo pensara dos veces. Finalmente, al igual que habría hecho con el caso de Villa, Vicente decidió llamar al jugador. Su ausencia habría provocado más problemas que su presencia.
Del éxito a las dudas
Todo comenzó a finales de marzo, cuando el mediocampista se perdió la ida de cuartos de final de la Champions contra el Milan. Aquella ausencia llamó la atención por imprevista e importante.
Hasta ése duelo, el ex del Arsenal había sido pieza clave del Barça tras una primera vuelta espectacular en un puesto que no era el suyo. Fábregas se recicló en una suerte de delantero centro. Funcionó. Sin embargo, aquel día, en San Siro, los dolores recomendaban prudencia. Mejor no forzar. La vuelta en el Camp Nou, una semana después, era demasiado importante.
El plan, sin embargo, salió mal. Un día después de jugar contra los 'rossoneri', la lesión se agravó. En la ciudad deportiva del Inter, dónde los culés entrenaron la mañana siguiente, Cesc vio como un pinchazo inesperado le paralizaba. Tuvo que interrumpir la suave sesión programada por Guardiola. Las alarmas saltaron.
Sería seria duda para el siguiente partido de Liga y, por supuesto, para la vuelta contra el Milan. El catalán no podía creer su mala suerte y pidió a Pep arriesgar frente a los italianos. Si era necesario forzar con tratamientos de choque, lo haría. Y así fue. Cesc pasó de ser duda a titular. Jugó, brilló y, con 3-1 en el marcador, salió del césped contento cuando Keita lo sustituyó en el 67'. No sabía que había comenzado su particular vía crucis.
Aquel gesto de sacrificio lo ha lastrado más y más. Sus dolencias no han desaparecido. Al contrario, han ido a mayores y, como consecuencia, se han reproducido en forma de problemas musculares.
Fábregas ha tenido que cambiar su forma de jugar para minimizar el dolor, algo que ha cargado sus piernas. Ejemplo de esta paradoja es su última lesión: Cesc jugó un puñado de minutos en la final de Copa, suficientes para provocarse una elongación en el bíceps femoral de la pierna derecha que le tendrá apartado de cualquier actividad física hasta el próximo uno de junio, fecha prevista para que se incorpore a la disciplina de la Selección.
Soñaba con la titularidad
De cara a la Eurocopa mantendrá el mismo rol que en sus últimos grandes torneos. Con Iniesta, Xavi, Alonso y Busquets como fijos de 'La Roja', ganarse la titularidad parece más que complicado.
Él, sin embargo, soñaba con hacerlo tras su inicio de temporada. No será posible. Debe esperar turno como el resto de sus compañeros, aunque él, a diferencia del resto, se tomará el torneo como algo personal. Una suerte de segunda oportunidad para borrar de sus piernas y su mente el irregular último tramo de temporada.