
"Quien quiera seguir hasta el final de la legislatura, va a seguir". Estas palabras, dicen fuentes muy cercanas a quienes allí estaban, las pronunció Mariano Rajoy durante el brindis de la comida que con motivo de la Navidades celebró con sus ministros. Y las dijo convencido de que, aunque él no es amigo de los cambios, algunos de los que ese día estaban todavía en el barco, iban a abandonar la travesía antes de llegar al puerto del final de 2015.
Abandonos pocos, pero voluntarios y entre ellos el del titular de Economía, Luis de Guindos, quien tiene ya confirmado el apoyo de Alemania y el nihil obstat de Francia para sustituir al holandés Jeroen Dijsselbloem, en la presidencia del Eurogrupo.
Dijsselbloem ha admitido ya que dejará el cargo si los países del euro deciden nombrar un presidente permanente de la reunión de los ministros de Economía y Finanzas de la zona euro. Y es de dominio público que De Guindos ya intentó el salto a la institución europea el año pasado y que si no lo dio no fue por falta de ganas sino de apoyos, los mismos que ahora sí parece que tiene y con solvencia.
El todopoderoso ministro de Finanzas alemán Wolfgang Schäuble ha dado ya su bendición a su colega español, incómodo en Madrid por sus discrepancias con su colega de Hacienda, Cristóbal Montoro, a quien atribuye las responsabilidades en los retrasos en las medidas liberalizadoras que se plantean desde Economía.
El anuncio de la marcha del secretario de Estado de Economía y Competitividad, Fernando Jiménez Latorre, al FMI para ocupar el cargo de director ejecutivo se considera el preludio de la salida de Luis de Guindos que crea, sin embargo, un grave problema a Rajoy, quien pese a su fe ciega en Montoro, es consciente de que el todavía ministro de Economía es el hombre que garantiza la credibilidad del Gobierno de Madrid ante las autoridades de Bruselas, donde se le considera el garante del cumplimiento de los compromisos asumidos por España.
Es por ello que la salida de Guindos del Gobierno es improbable que se produzca ahora, en la minirremodelación previa a las elecciones europeas, sino que se aplace hasta octubre o noviembre, a un año vista de las generales y cuando las previsiones del Ejecutivo apuntan que se estarán ya notando, y con firmeza, los efectos de la recuperación económica.
Nadal y García-Margallo
"Sería una sorpresa que saliera ahora", afirman dirigentes del Partido Popular, próximos al Gabinete, que avanzan también una posible "pelea de gallos", ante las aspiraciones del actual jefe de la Oficina Económica de Moncloa, Álvaro Nadal, por ocupar la cartera vacante de Guindos, y los anhelos de Cristóbal Montoro por asumir esa rumoreada vicepresidencia que le deje las manos libres para dirigir la política económica.
Para este cargo ha empezado a sonar también en los últimos días el nombre del actual ministro de Exteriores, José Manuel García-Margallo, hombre también con buena imagen en Bruselas y excelentes relaciones con la canciller Ángela Merkel, algo que ya valoró Rajoy para encargarle la cartera que actualmente ostenta.
La intención del presidente es abandonar la dirección de la Economía, que asumió a su llegada al Gobierno, ante la prioridad de liderar la salida de la crisis, para dar prioridad ahora a la política, ante el reto soberanista de Artur Mas y la sangría de votos que reflejan las encuestas internas del PP, que le auguran una pérdida de 58 diputados en el Congreso, pasando de 183 a 125 si hoy se celebraran elecciones.
De lo que ya no duda nadie es de la salida del titular de Agricultura, Miguel Arias Cañete, para encabezar las listas populares en las elecciones al Parlamento Europeo.
A pesar de estar considerado como uno de los mejores ministros de Agricultura que ha tenido este país desde la Transición, Arias Cañete también está incómodo en el Ejecutivo, donde se siente más próximo a las tesis de De Guindos que a las de Montoro.
El todavía responsable de Agricultura y Medio Ambiente avanzó la semana pasada su despedida a los diputados de la Comisión Correspondiente del Congreso, y con él podría ir como número dos la actual ministra de Sanidad, Ana Mato, a quien muchos consideran quemada tanto por su gestión como por su presunta relación con Bárcenas y el caso Gürtel.
Otro que también podría marcharse, es Alberto Ruiz Gallardón. Al parecer el ministro de Justicia habría caído en la trampa que le han tendido con la polémica ley del aborto. El ministro de Justicia habría ligado su continuidad a la aprobación sin cambios fundamentales en la ley, y Rajoy podría estar pensando en ofrecer su cabeza a los barones autonómicos.