El ex director del Fondo Monetario Internacional (FMI), Michel Camdessus, negó hoy que España vaya a verse inmersa en "una crisis económica catastrófica", aunque reconoció que sí que se frenará su crecimiento, que situó en el 2,3% para 2008, la misma cifra barajada por el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero.
En declaraciones a Europa Press, Camdessus reconoció que es cierto que la economía española está en fase de desaceleración, pero menos que otros países que registran una caída de la demanda inmobiliaria, y aseguró que resistirá mejor que Reino Unido o Estados Unidos.
Asignatura pendiente
No obstante, apuntó que el Estado tiene "una asignatura pendiente", la de "reorientar" sus pilares de crecimiento para centrarse en el área de conocimiento, nuevas tecnologías, innovación y desarrollo, relegando a un segundo lugar el turismo y la construcción.
Esta reorientación supone "un reto" para España que se verá obligada a "actuar rápido" para que no le le adelanten los países emergentes. "Los países emergentes aprenden rápido y ya están trabajando en sectores nuevos", advirtió.
Michel Camdessus acudió esta semana a A Coruña para impartir una conferencia sobre 'Globalización y desarrollo sostenible. Problemas y desafíos' en la que enumeró los "fenómenos" que constituyen la situación económica actual a nivel mundial.
Situación económica actual
Al respecto avanzó que la situación actual se caracteriza por la coexistencia de tres fenómenos de gran importancia, que "pueden hacer descarrilar los logros que se habían conseguido con la globalización" y que son "el desarrollo y hambre en el mundo, la climática y la financiera". "Sólo hace falta que dos polos se crucen para hacer saltar una bomba nuclear y aquí hay tres", advirtió.
Para Camdessus es fundamental la "extrema dificultad" de reunir los recursos financieros necesarios para dar confianza en un posible despegue definitivo del Sur y los dinamismos demográficos que hacen "cada día más angustiantes las perspectivas de los próximos decenios".
Está previsto que que dentro de 45 años África cuente con 1.000 millones de habitantes más de los que tiene ahora, un problema que puede generar un aumento de la presión migratoria hacia el norte que debería atajarse con dos ejes: desarrollo e infraestructuras urbanas.
Apoyo al BCE
En el ámbito europeo, el que fuera director gerente del FMI desde 1987 y hasta el año 2000, apoyó la política monetaria adoptada hasta ahora por el Banco Central Europeo (BCE), que ha mantenido en los últimos meses los tipos de interés en el 4% y aseguró que la institución ha tomado el camino correcto pese a las críticas que ha recibido por no haber aplicado recortes sobre el precio del dinero, a pesar de la desaceleración económica.
Camdessus prefirió no predecir la duración de esta "crisis económica mundial" porque recordó que todos los países "están ya tomando medidas enérgicas" para hacerle frente, pero aseguró que han empezado "demasiado tarde", lo que supondrá "un coste muy alto, no sólo en términos económicos, también sociales".
A este respecto, recordó que hasta el momento más de tres millones de personas se han quedado ya sin vivienda en Estados Unidos, además de que muchos accionistas han perdido mucho dinero. "Son víctimas y una parte del precio a pagar por superar las crisis, que se traducirá en una fuerte inflación mundial", reconoció.
Crisis irresponsable
En referencia al cambio climático, el ex director del FMI consideró que hasta ahora era considerado "un problema a largo plazo" pero recalcó que ahora se está transformando en una exigencia que pide una modificación inmediata de las políticas que se llevan a cabo en la materia.
Camdessus consideró que la crisis financiera actual "no habría tenido que producirse" y que es consecuencia de "imprudencias contables" en la distribución de créditos y de su concesión de manera "irresponsable", así como de la compra-venta de productos "sin saber cuáles eran los riesgos efectivos" y de haber dado al mercado un alto grado de opacidad.
Ante este panorama, se mostró partidario de reformar las instituciones internacionales, abogó por una mayor gobernabilidad internacional y, en definitiva, que sean "organismos con legitimidad política para hacer frente a estos desafíos". En este sentido, propuso la creación de una cúpula suprema "por encima de los organismos internacionales, con capacidad de arbitraje en las decisiones de máximo nivel" y que "no sea necesariamente de carácter permanente".