
En el Debate sobre el Estado de la Nación "quise hacer un discurso en el que la gente que lo está pasando mal se viera reflejada". Así se justificaba ayer un Alfredo Pérez Rubalcaba apagado y cada vez más cuestionado en su casa y en la calle. Pues, si ese era su deseo, a la vista está que no lo consiguió. Claro perdedor en el cuerpo a cuerpo con un Rajoy en sus horas más bajas, Rubalcaba no despejó las dudas sobre esa regeneración que persigue para superar el estigma del zapaterismo. Como tampoco convenció en sus insistentes alusiones a la unidad de un partido, básico para la estabilidad política de España, pero que cada vez se asemeja más a esa hoguera de las vanidades que amenaza ruina por falta de liderazgo y de firmeza.
Con un 85 % de españoles que le considera incapacitado para gobernar -lo dice el sondeo del CIS-, Rubalcaba sigue sin ofrecer un proyecto político coherente, su oposición sigue anclada más en la estrategia del "no" que en las propuestas, y su empecinamiento en atacar por los flancos de Bárcenas y el Gürtel, se convierte en un boomerang que le golpea por los frentes de los ERE de Andalucía y el Caso Campeón de José Blanco.
Hábil estratega de la intriga, excelente orador y convincente asesor, Rubalcaba mantiene ahora como líder la misma indefinición que le llevó a ser mano derecha, primero del socialdemócrata González y después del ortodoxo evanescente Zapatero, pasando por el cristiano Bono. Y a todos sirvió mientras duraron, y abandonó cuando se fueron. Pero esa ambigüedad y esa polivalencia que tanto ayudan en la sombra, apenas sirven a la hora dar la cara y decidir.
Rubalcaba fue la opción menos mala de los barones para parar las ambiciones de una Carme Chacón que muchos consideran "una broma", como la definió Joaquín Leguina. Fue un recambio de transición, pero el crédito se le ha acabado. La rebelión del PSC ha colmado el vaso de los barones regionales, que reclaman más claridad, más autoridad y más ideas. Por eso, la caza de Alfredo ha comenzado en el PSOE. Sin prisas, sí. Pero sin pausa y también sin marcha atrás.