El periodista catalán Jordi Évole entrevistó anoche magistralmente a Jordi Pujol en La Sexta, hasta exprimir la desazón actual del patriarca del nacionalismo catalán hoy visiblemente amargado por los derroteros actuales de la política española en relación a su comunidad.
Aunque ambiguo como siempre en las cuestiones esenciales, Pujol explicó la extrema irritación con que el nacionalismo recibió la sentencia del Tribunal Constitucional sobre la reforma del Estatuto de Cataluña, calificó de fracasado el intento de mantener expeditos los puentes con España de los que habla Espriu en su literatura. Y defendió la tesis de que, llegados a este punto y si no hay rectificación, la pervivencia de Cataluña ya no podrá asegurarse si no es por la vía de la independencia.
Aversión por el 'tripartito'
Requerido por el periodista, negó el viejo nacionalista que el tiempo lo hubiera radicalizado: han sido las circunstancias las que lo han hecho. En realidad, podría entenderse del contexto que lo que sí le radicalizó fue el 'tripartito' en sí mismo, por el que siente una aversión que no disimuló.
La independencia es siempre el otro término de la disyuntiva en cualquier exigencia. Sin embargo, es patente esta vez que la desastrosa gestión que hizo el 'tripartito', con el desorientado Maragall al frente, de la reforma del Estatuto ha abierto heridas muy profundas en los sectores más reconcentradamente nacionalistas, que se han visto humillados, menospreciados, burlados por "Madrid", esta entelequia conceptual tan expresiva.
Pacto fiscal
La demanda de CiU es bien concreta y tiene el acompañamiento del principal aparato mediático de Cataluña: el "pacto fiscal" que ahora se exige consistiría en que, tras salir de la LOFCA (la ley de Financiación de las CCAA de régimen general), Cataluña recaudaría todo los impuestos, que administraría autónomamente, y transferiría una cantidad al Estado. Es, en definitiva y con otro nombre, el método vasco del concierto y el cupo, muy difícilmente encajable en la Constitución.
El PSC, después de haber negado Chacón con rotundidad el "pacto fiscal", apuesta ahora por un extraño consorcio tributario formado por la Generalitat y el Estado y presidido por la parte catalana. El PP, que tiene todo el poder en Madrid en este momento, no se ha manifestado aunque Sánchez Camacho debe haberle expresado discretamente su preocupación a Rajoy. De cualquier modo, Mas ha preparado una ley de consultas populares que le permitiría refrendar internamente el pacto fiscal y ha manifestado que, si no hay negociación, convocará elecciones anticipadas en 2013, con el leit motiv del pacto, en pos de la mayoría absoluta. Peligrosa deriva.
Rajoy, hoy pendiente de cuestiones más arduas como es natural, no se podrá desentender sin embargo de este problema, que probablemente se podría resolver por la vía indirecta de poner límites a la solidaridad interterritorial en un Estado de las autonomías más y mejor "federalizado", conforme al modelo alemán, por ejemplo, en el que la aportación de los länder más ricos se limita a una fracción del PIB para que no pierdan competitividad.
Un contencioso que ha aflorado en forma de una pérdida evidente de sintonía y sobre el que la mayoría de los catalanes desea evitar la ruptura y encontrar una solución. Una solución que deberá esperar "en plena crisis, no es ni siquiera imaginable que se atendieran las exigencias particularistas de una autonomía- y a la que lógicamente deberán contribuir los dos grandes partidos estatales.