Los vecinos de La Restinga, en El Hierro, ya han comenzado a sacar partido a las erupciones y han puesto de moda 'la restingolitas', es decir, las piedras originadas por los restos de lava y cenizas que escupe el volcán de la isla. Este curioso souvenir ya se puede adquirir en algunas subastas online y su precio varía entre los 20 y los 400 euros.
Por su parte, muchos vecinos guardan estos restos como si fueran un tesoro y un gran recuerdo. "Es un recuerdo muy bonito de todo esto y yo tengo dos niños y les hace mucha ilusión tener la piedrita", explica una vecina de La Restinga.
E incluso, en algunos bares, como "Casa Juan", utilizan estas piedras como reclamo a los turistas. "Que vengan a almorzar a 'Casa Juan' y se llevarán una piedra del volcán", asegura una trabajadora del bar.
Menor probabilidad de erupción
Por su parte, el grupo de trabajo científico del Plan de Protección Civil por Riesgo Volcánico (Pevolca) ha informado de que en los últimos días el número de seísmos en El Hierro y su magnitud han disminuido considerablemente, por lo que una nueva erupción es menos probable.
La situación presenta "estabilidad en los parámetros de sismicidad y deformación frente a los registrados la semana pasada en el municipio de Frontera", señala un comunicado de la Consejería de Economía, Hacienda y Seguridad del Gobierno de Canarias.
Pese a que ha bajado la frecuencia e intensidad, "la sismicidad esperable es todavía alta y es necesario dejar transcurrir 20 días desde el seísmo de 4.6, en la madrugada del 11 de noviembre, para que esa probabilidad disminuya".
Se descarta cualquier explosión
Añaden los científicos que la señal de tremor sigue indicando que sólo hay un centro emisor, que se corresponde con la erupción submarina frente a La Restinga.
Este tremor tiene "un comportamiento estable aun cuando la amplitud de onda es mayor".
Según el grupo de trabajo, en el proceso eruptivo del sur de La Restinga no parece haber síntomas de que se esté produciendo una retroalimentación del sistema, sino que puede haber "un cierto agotamiento del reservorio magmático".
La distancia entre la superficie del mar y el cráter del cono volcánico se mantiene en unos 180 metros, según mediciones realizadas desde el buque oceanográfico "Ramón Margalef", por lo que se descarta "cualquier proceso explosivo con riesgo para las personas".