España

Análisis: Pros y contras de la anticipación electoral

El presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero. Foto: Archivo

Es probable que el candidato socialista Alfredo Pérez Rubalcaba, en su fuero interno, piense que tiene todavía algunas posibilidades de vencer en las elecciones generales y convertirse por tanto en presidente del Gobierno, aunque la lógica de la situación y de los acontecimientos anuncie inexorablemente la alternancia, que, con inédita contundencia, presagian también todas las encuestas.

Y ello seguirá siendo así cualquiera que sea la cronología del proceso, tanto si se agota escrupulosamente la legislatura cuanto si se anticipan las elecciones a noviembre, que es lo más probable. Y lo más deseable para un sector de opinión que va creciendo a medida que pasa el tiempo y discurren los acontecimientos.

Resultado electoral

En consecuencia, si se acepta que no será decisiva la anticipación ni la no anticipación en el resultado electoral, lo lógico sería que, en un rapto de grandeza, los dos grandes partidos y las minorías que los acompañan atendieran exclusivamente al interés de Estado, ya que sí puede depender en este caso la solvencia española de cómo se hagan las cosas.

En realidad, lo relevante es que continúe sin interrupción y con la debida intensidad el proceso de reformas, con la doble finalidad de dotar a nuestra economía de las herramientas para acelerar la recuperación y de persuadir a los mercados de que el sistema español está saliendo con solvencia del pozo de la crisis.

Las reformas legislativas en curso, incluida la última de ellas -la de la negociación colectiva, que se tramitará como proyecto de ley- estarán ultimadas en todo caso. En cambio, una serie de operaciones mercantiles previstas dependen del calendario: las cajas de ahorros -Bankia, Banca Cívica o la CAM- necesitan realizar sus Ofertas Públicas de Suscripción (OPS), por un valor conjunto de más de 10.000 millones de euros. Bankia ya ha decidido aplazar sine die el lanzamiento comercial de su OPS, previsto inicialmente para julio, por la mala situación de los mercados de capitales. Igualmente, están pendientes las privatizaciones de Loterías y Apuestas del Estado (LAE) -un 30%- y de los aeropuertos españoles -los de Barajas y El Prat, diversas torres de control y la sociedad holding que los gestiona-.

También se espera una nueva titulización del déficit de tarifa (se supone que el Estado emitirá este año unos 3.000 millones). En definitiva, hay importantes operaciones pendientes, algunas de ellas relevantes para reducir el déficit estatal.

Así las cosas, parecería lógico que, en esta situación excepcional, se pactase, siquiera tácita y discretamente, el tránsito electoral para minimizar daños y rentabilizar la circunstancia. También habrá que sopesar el lastre que supone para la imagen internacional de España la actual sensación de decadencia que trasmite un gobierno en situación terminal, vapuleado en unas elecciones locales y con su líder en retirada. Y, sensu contrario, tendrá que considerarse el oxígeno que insuflará en el proceso de recuperación la irrupción de una mayoría política recién elegida y con las energías intactas.

Apoyo a los presupuestos

Para bien o para mal, la pelota está en el tejado del Gobierno, o, si se prefiere, del tándem Zapatero-Rubalcaba, ya que, en efecto, ni siquiera sería necesario el apoyo de las minorías para la aprobación de los presupuestos 2012 ya que los actuales pueden prorrogarse. Eso sí: lo que se haga deberá ser razonado y explicado. De lo contrario, la irritación podría hacer estragos.

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