España

Los atentados del 11-M: ¿Utilización política o depuración de responsabilidades?

Se cumple el séptimo aniversario del mayor atentado terrorista sufrido en España. 191 personas, y 1.858 resultaron heridas como consecuencia de las explosiones en distintos trenes de Cercanías. La sentencia de la Audiencia Nacional atribuyó su autoría a miembros de células o grupos terroristas de tipo yihadista. Pero hoy, 11-M, el juez cita a declarar a 48 de los tedax que participaron en los focos del atentado. Las heridas aún no están cerradas. Análisis: 11-M, siete años después

Un atentado de corte yihadista que, desde el Gobierno de José María Aznar se apuntaba hacia ETA, mientras que desde la oposición, había sido perpetrado por Al Qaeda. Sea como fuere, la autoría del 11-M era clave para determinar el Gobierno que España elegiría tres días después y que llevaría al PSOE y a su candidato, José Luis Rodríguez Zapatero, a La Moncloa.

En las ediciones especiales que la prensa escrita tiró ese día ya se ponía en duda la autoría de ETA y pesaba más la versión del atentado por parte de grupos islamistas. Medios internacionales también apoyaban esta segunda línea de investigación como The New York Times, Le Monde, Le Figaro, Correo della Sera, Financial Times o The Washington Post, entre otros. Incluso si se lee lo recogido en la Wikipedia, el enfoque de la visión en castellano y en inglés es muy diferente.

La visión de los medios internacionales

Llama la atención el reconocimiento e importancia que los medios internacionales otorgaron al 11-M. Y es que mientras en España la autoría del atentado era determinante para inclinar la balanza electoral y la guerra se centraba más en la información o desinformación del Gobierno, para los medios extranjeros determinar el autor de la masacre suponía fijar el objetivo terrorista a combatir.

La autoría de los atentados sigue siendo a día de hoy una cuestión polémica. Sectores del Partido Popular y algunos de los medios de comunicación cercanos al partido, como El Mundo o la Cadena COPE, señalan siete años después que hay contradicciones en la investigación judicial.

El diario The Independent recogía, por ejemplo que "los que inventaron el nuevo tipo de bomba de mochila utilizadas en los ataques fueron entrenados en campos de Jalalabad, Afganistán, bajo la instrucción de los miembros de los radicales islamistas pertenecientes al Grupo de Marruecos".

Determinar la autoría, clave en las primeras horas

Durante las primeras horas tras el atentado el partido en el Gobierno, el PP, atribuyó el atentado a la banda terrorista ETA, y desde el Ministerio del Interior no se dio la posibilidad de otra autoría que no fuese la de la banda terrorista, calificando de "intolerable" y de "intoxicación propia de miserables", toda atribución del atentado distinta a la banda.

No obstante, el PSOE en la oposición y el líder de IU, Gaspar Llamazares, también realizaban intervinieron en rueda de prensa para condenar el atentado y mientras Zapatero era cauto sobre la autoría, el líder de izquierdas puntualizaba: "La democracia acabará con los bárbaros, con los nazis de ETA".

A pesar de que el entonces líder de HB, brazo político de ETA, Arnaldo Otegui negó la autoría de ETA en los atentados, desde Interior se informó a los embajadores y periodistas extranjeros acreditados en España de que ésta era la premisa a seguir.

El Consejo de Seguridad condenaba ese mismo día "los ataques con bomba en Madrid el 11 de marzo, perpetrado por el grupo terrorista ETA, que han causado numerosos muertos y heridos, y considera que estos actos, como todo acto de terrorismo, constituyen una amenaza para la paz y la seguridad".

Sería una furgoneta con una cinta en árabe que contenía la lectura de versículos del Corán, detonadores, un móvil y explosivo lo que llevó a apuntar a otras líneas de investigación que se confirmaron con la publicación del periódico Al Quds Al Arabi Al-Quds, con sede en Londres, de una carta que afirmaba que las Brigadas de Abu Hafs Al Masri, en nombre de Al Qaeda, era la autora de los atentados de Madrid.

Según se recoge en la misiva, "los ataques son un ajuste de viejas cuentas con España" a la que sitúa en el bando de Estados Unidos y Gran Bretaña en su "cruzada contra el Islam".

Transparencia del Gobierno

Las principales críticas al Gobierno durante las horas últimas del 11 de marzo y toda la jornada siguiente se centraron en la falta de comunicación, de información y transparencia del Gobierno de Aznar quien ya realizaba declaraciones menos tajantes en cuanto a la autoría de ETA de los atentados. La opinión pública, sin tener en cuenta signos ni colores políticos ni la intensa lluvia que cayó, se echó a la calle en una de las manifestaciones más multitudinarias que ha sufrido España. Todos los rincones unidos bajo un mismo lema, la condena del terrorismo y la unión con las víctimas.

El desconcierto, no obstante, se podía dejar ver entre la multitud donde se mezclaban pancartas que condenaban a ETA y otras que apuntaban a Al Qaeda. La Cadena Ser lideró la bandera de la autoría de Al Qaeda y los medios del grupo Prisa daban información citando al mismo Centro Nacional de Inteligencia apuntando que la investigación policial se centraba en un 99% en grupos islámicos radicales.

No fue hasta el jueves 14 cuando el ministro del Interior, Ángel Acebes, informó de que un portavoz militar de Al Qaeda en Europa, había asumido la responsabilidad de los atentados terroristas del 11-M. Un día antes había afirmado: "La organización terrorista que en España ha buscado esa tragedia durante los últimos días, la estaba preparando, quería hacerlo antes de las elecciones, es la organización terrorista ETA".

No al "agrupamiento tras la bandera"

Las elecciones del 14 de marzo estuvieron marcadas por la amplia participación y la polarización del voto. El atentado terrorista y la comunicación por parte del Gobierno había llevado a lo que los analistas apuntaban desde un primer momento: un vuelco electoral que llevó al PSOE a La Moncloa con más de diez millones de votos.

La sociedad, siete años después de los atentados se muestra desunida en relación a la autoría y la actuación del Gobierno del PP y lejos de producirse una condena y un hermanamiento de la población a pesar de los colores políticos, en España no se ha conseguido el llamado "agrupamiento tras la bandera", como sí sucedió en Estados Unidos tras los atentados del 11-S o en Londres tras los del 7-J.

Tras años de investigación el juez de la Audiencia Nacional, Juan del Olmo, hacía pública el martes 10 de abril de 2006 el auto que señalaba que "el atentado fue inspirado pero no ejecutado por la red Al-Qaeda justificando la acción en la participación española en la Guerra de Irak".

Así, la sentencia recogía que "Sarhane Ben Abdelmajid Fakhet, Jamal Ahmidan, alias El Chino, Mohamed Oulad Akcha, Rachid Oulad Akcha, Abdennabi Kounjaa, Asrih Rifaat Anouar, Allekema Lamari y una octava persona que no ha sido identificada, junto con otras que se dirán (Jamal Zougham y Otman el Gnaoui), en la mañana del día 11 de marzo de 2004 colocaron, en cuatro trenes de la red de cercanías de Madrid, trece artilugios explosivos de iniciación eléctrica compuestos por dinamita plástica y detonador alimentados y temporizados por un teléfono celular o móvil". Con esta sentencia se daba por concluida la autoría de los atentados. Una sentencia recurrida al Tribunal Supremo.

La justicia ha dado su veredicto y a pesar de todo son varios los medios de comunicación nacionales que siguen su cruzada personal enarbolando la teroría de la conspiración. Pilar Manjón, presidenta de la Asociación 11-M Afectados del Terrorismo, ha calificado de "vergüenza" que jueces y fiscales no salgan a defender las sentencias de los atentados de Madrid frente a aquellos que las cuestionan las resoluciones de los tribunales.

El 11-M tuvo lugar a tres días de las elecciones. Hoy, el tema vuelve al banquillo con la declaración de los Tedax. "Cada vez que se acercan unas elecciones, ya sabemos qué va a pasar, es algo ya matemático", señalaba Manjón y es que al fin y al cabo, ¿no se ha instrumentalizado el atentado del 11-M como herramienta política?

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