España

Crónica desde un piquete

Piquetes en Madrid. Imagen: EFE

Diez de la mañana de una populosa zona obrera de Valladolid. Un piquete formado por una treintena de personas recorren las calles del barrio de las Delicias megáfono en mano intentando cerrar los establecimientos abiertos.

Aunque la mayoría de las tiendas están cerradas, son bastantes los pequeños negocios que no han seguido la huelga. Desde alguna ventana, el piquete recibe gritos de apoyo pero la mayoría de las tiendas que están abiertas ni siquiera echan el cierre cuando pasan por delante.

Uno de los jóvenes integrantes avisa a un compañero que aporreaba las puertas de un autobús que cubría los servicios mínimos entre gritos de "esquirol". ¡Cuidado, que están ahí los maderos!, le dice.

¿Van a pagar ellos las facturas?

Desde hacía rato varios coches de la Policía seguía al piquete. Al llegar a un supermercado los sindicalistas se detienen y empieza a proferir gritos animando al cierre. Varios agentes se habían parapetado ya delante del establecimiento para que no entrasen. Tras varios minutos delante de la puerta, la tienda perteneciente a una cadena de distribución opta por bajar la verja.

No ocurre lo mismo con una quiosquera situada a pocos metros de distancia. La mujer se mantuvo firme y permaneció abierta. Pocos minutos después afirmaba: "Ya les he preguntado que si iban a pagar ellos las facturas. Esta huelga no vale para nada. Si la hubiesen hecho hace dos años cuando cerraban las empresas yo hubiera sido la primera en hacerla. Esto se arregla sólo con un cambio de gobierno".

No sólo las pymes desafiaron ayer a los piquetes. En los polígonos de Argales y San Cristóbal, donde se concentra una buena parte de la actividad productiva, aunque la mayoría de las empresas había cerrado, no eran pocas las que mantenían su actividad. Algunas, discretamente, otras sin ningún tipo de tapujo.

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