
Perfil más arriesgado, elevado endeudamiento, rápido crecimiento durante el ciclo expansivo, tamaño relativamente grande y más jóvenes que las que sobreviven. Ese es el perfil de las empresas de la construcción e inmobiliarias que han fracasado durante la recesión económica. Un sector que murió de éxito, inexperiencia y endeudamiento.
Así se recoge en el estudio Las empresas del sector de la construcción e inmobiliario en España: del boom a la recesión económica, elaborado por Funcas y el Ivie (Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas), que estudia el comportamiento de las empresas inmobiliarias y de la construcción entre 1997 y 2007, un periodo que incluye el último ciclo económico expansivo y el comienzo de la crisis económica.
De acuerdo con este informe, las tasas de fracaso de las empresas de los sectores analizados se aceleraron a partir de 2007. "Ese año fracasaron el 3,4 por mil de las empresas de la construcción y el 1,1 por mil de las empresas inmobiliarias y de servicios a empresas. En 2008, las tasas de fracaso ascendieron al 12,6 por mil (crecimiento del 273%) y 6 por mil (432% más) respectivamente", señala.
Endeudadas, jóvenes y grandes
El perfil económico-financiero de las empresas constructoras e inmobiliarias que presentaron concurso de acreedores entre enero de 2008 y julio de 2009 se caracteriza por un endeudamiento significativamente mayor que el de las supervivientes, como también ha ocurrido en las compañías fracasadas en el conjunto de la industria.
Pero al contrario de lo que pasó en sectores como el industrial, las compañías malogradas relacionadas con el ladrillo "tenían un tamaño relativamente grande, con la mayor repercusión socioeconómica que esto implica, por ejemplo, en términos de destrucción de empleo".
La menor prudencia de las empresas inmobiliarias y constructoras fracasadas se pone de manifiesto en su acelerado crecimiento durante el ciclo expansivo, que fue significativamente mayor que el experimentado por el resto de las compañías del sector, indica el estudio.
En cuanto a la edad de las empresas, las compañías inmobiliarias que fracasaron durante el periodo de recesión eran más jóvenes que las supervivientes. En el conjunto de la industria el patrón era distinto, con una edad media de las compañías fracasadas mayor que la de las supervivientes.
Mucha rentabilidad, pero alto riesgo
Además, las cuentas de resultados de estas compañías en el último año del ciclo expansivo, el 2006, no mostraban signos de deterioro. De hecho, en ese ejercicio los niveles de rentabilidad económica de las empresas del sector inmobiliario que presentaron concurso de acreedores en el periodo mencionado no eran significativamente menores que los de las empresas supervivientes.
Sin embargo, esto tenía trampa. "El crecimiento de la rentabilidad que hasta 2006 ofrecían al inversor las actividades analizadas se sustentó en estrategias empresariales arriesgadas, tendentes a incrementar la oferta de viviendas y cuyo éxito dependía fundamentalmente de que las expectativas de crecimiento continuado del precio de la vivienda se cumpliesen", explican desde el Ivie.
Una de las consecuencias de este tipo de estrategia es "el enorme stock acumulado en el balance sectorial, cuyo valor en 2007 era 2,5 veces el importe de las ventas sectoriales, cuando en 1997 era igual a las ventas del año", añaden.
Además, los datos indican que los beneficios que estas actividades proporcionaban a los inversores durante los años más expansivos del ciclo no se utilizaron para apuntalar la situación patrimonial del sector. Al contrario: el crecimiento se financió totalmente con deuda.