Salgado se opone a tocar las sicav y se barajan cambios en el IRPF y elevar impuestos especiales. CCOO y UGT realizan convocatorias para el día 27 y decidirán sobre reforma laboral y movilizaciones.
Un salvavidas para salir bien de un ménage á trois. Ése fue, poco más o menos, el leitmotiv que obligó al presidente del Gobierno a anunciar el pasado miércoles, por sorpresa y pillando en paños menores a muchos de sus ministros -véanse las declaraciones entre otros de Corbacho-, que el Gobierno preparaba una subida de impuestos a las rentas altas.
Un anuncio, como casi todos los de Rodríguez Zapatero, improvisado, impuesto e inconcreto. Porque ni dijo qué entiende él por rentas altas, ni cómo y de qué forma pensaba instrumentar esa subida. Y ni siquiera fue una iniciativa propia, sino que se trataba del compromiso que el presidente se vio obligado a asumir con las centrales sindicales mayoritarias para suavizar las movilizaciones contra la rebaja salarial de los funcionarios y la congelación de las pensiones e, incluso, para intentar frenar una huelga general que le aterra.
Porque la decisión de subir impuestos a los ricos se tomó durante la reunión que Rodríguez Zapatero mantuvo el jueves día 13 con los secretarios generales de Comisiones Obreras y UGT, Ignacio Fernández Toxo y Cándido Méndez. Justo el día después de anunciar su plan de ajuste en el Congreso. Una reunión en la que fuentes de Ferraz y dirigentes sindicales confirman que los sindicatos pidieron un gesto al presidente para no verse obligados a convocar una huelga general y en la que el jefe del Ejecutivo les ofreció la cabeza de las rentas altas.
Ambos salían ganando. El Gobierno, porque con ese gesto contrarrestaba la pérdida de imagen derivada del duro recorte del gasto que recaía sobre los más débiles (funcionarios, pensionistas y dependientes), y los sindicatos porque, a la vista de su pérdida de credibilidad y escaso poder de convocatoria, temen que una masiva falta de respuesta a la movilización signifique prácticamente su sentencia de muerte.
Pero claro, una cosa es predicar y otra dar trigo. Y el problema para Zapatero surge a la hora de aplicar la subida. Fuentes próximas al Ejecutivo comentan que la vicepresidenta segunda se niega a tocar las Sociedades de Inversión de Capital Variable, las famosas sicav. Elena Salgado alega que elevar la tributación de ese "paraíso fiscal" para potentados podría derivar en una masiva fuga de capitales.
La subida en los Presupuestos
Las otras alternativas que baraja el Gobierno son crear un nuevo tramo en el IRPF para rentas altas y recuperar el Impuesto de Patrimonio, además de subir los Impuestos Especiales. Pero no hay acuerdo entre los ministros económicos sobre los impuestos a tocar, el procedimiento a seguir y la definición cuantitativa del concepto "rentas altas". A las reticencias de Salgado se suman también las mostradas por los titulares de Industria, Miguel Sebastián, y de Trabajo, Celestino Corbacho.
Por eso no hubo nada en el Consejo de Ministros del jueves, a pesar de que se habían realizado filtraciones interesadas en las horas previas a la reunión del Gabinete.
Pero subida de impuestos a las rentas altas la habrá y "en el momento oportuno", como repetía una y otra vez Salgado el jueves. Un momento oportuno que, quienes saben de esto, apuestan a que se introducirá en los Presupuestos Generales del Estado para 2011.
Y habrá subida porque en la promesa del presidente no sólo han influido las amenazas de los sindicatos. Rodríguez Zapatero sabe que, aunque nadie en el partido se atreve a decírselo a la cara, la contestación interna a su gestión política es ya mayoritaria y ha crecido tras la medidas de ajuste aprobadas ayer por el Gobierno.
"A nivel particular y en privado, el 80 por ciento del partido cree que Zapatero se ha pasado de la raya", afirma un veterano dirigente socialista. Pero en público todos callan. Ni siquiera se cuestionaron las medidas de ajuste en la reunión del Grupo Parlamentario del pasado lunes, a pesar de que muchos han expresado, después y confidencialmente, su desacuerdo con las mismas, mientras reconocen que "la debacle es espantosa", en alusión a los resultados de las últimas encuestas. Unos resultados de los que esta mayoría de voces discrepantes culpa también al presidente y a su "núcleo duro" del Gobierno.
Así las cosas, en el horizonte apunta ahora otra fecha, para muchos "clave": la del jueves 27 de mayo. CCOO y UGT han convocado para ese día, y por separado, a sus órganos de gobierno y se espera que sea en estos foros donde ambas organizaciones anuncien su decisión sobre dos cuestiones básicas: la reforma laboral y las posibles movilizaciones. Habrá que estar atentos.