
Alberto Núñez Feijóo (Orense, 1961) es un valor en alza en la política española. Ganar las elecciones en Galicia frente a la coalición socialista-nacionalista, no sólo le ha puesto al frente de la Xunta, sino que le ha catapultado como líder a la escena nacional, hasta el punto de adivinarse un delfinato o un repuesto de garantía en el PP.
Nadie le puede negar un nuevo estilo y una nueva impronta en su joven Gobierno, haciendo honor a sus promesas de austeridad administrativa y de una determinación que se apunta como principal rasgo de su carácter.
Permítame que comience por lo inmediato. ¿Que le parece que un presidente del Gobierno de España señale a una comunidad autónoma, Andalucía, como piloto del cambio de modelo económico?
Es un comentario de fin de semana. Andalucía es un modelo del Gobierno socialista durante 30 años y el resultado es un millón de parados. Realmente no conocemos cuál es el modelo que propone Rodríguez Zapatero, porque lo que se desprende del debate sobre el Estado de la Nación es que se anule una desgravación fiscal a una vivienda habitual o que se plantee una ayuda al sector de la automoción y quien la sufraguen sean los fabricantes y las comunidades autónomas, sin su previo conocimiento... Es una nueva improvisación de Rodríguez Zapatero, que en Andalucía no puede prometer otra cosa. Pero no hay ni un esbozo de nuevo modelo económico, ni para Andalucía ni para el resto de España.
Vayamos a Galicia. ¿Las cifras les dan un paro de cinco puntos menos que la media?
Históricamente Galicia estuvo 20 años con una tasa de paro por debajo de la española, pero eso no significaba que no hubiera emigración. Los indicadores no son un fiel reflejo de la realidad. Nuestro porcentaje de población pensionista supera el 23 por ciento, en consecuencia hay casi un cuarto de población que es imposible que esté en paro. Además, en el último año, de abril a abril, se ha incrementado el desempleo el 32 por ciento, eso quiere decir que hay casi 51.000 personas más en paro. En afiliación a la Seguridad Social hemos perdido casi cinco puntos. Aunque los datos, efectivamente, sean mejores que la media de España, es un espejismo. Baste decir que seguimos, en renta, quince puntos por debajo de la media de España. Nos queda mucho recorrido para converger con la renta española.
¿Qué supone para Galicia tener una tasa de reposición de población negativa?
Tenemos una media de población más envejecida, lo que supone mucho mayor gasto en todos los servicios sociales y tiene un efecto acusado en la financiación autonómica. No es lo mismo determinar recursos sobre el factor de la población que sobre una estructura poblacional como la nuestra.
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