Sobre el Palacio de la Moncloa se ciernen nubarrones negros. España, de hecho, es la campeona europea del desempleo y su economía está en recesión. Una situación totalmente opuesta al marco idílico en el que, en 2004, José Luis Rodríguez Zapatero ganó las elecciones, y también a la situación de hace un año, cuando el presidente empezó su segundo mandato. Alemania da un toque: algunos países no se toman en serio el Pacto de Estabilidad.
Pese a todo esto, Zapatero hace gala de confianza en el futuro y vislumbra alguna tímida señal de mejora. Quizás se trate más de una esperanza que de una realidad concreta. De todas formas, la idea de Zapatero es aprovechar esta crisis para dar impulso a una modernización económica del país, de modo que se consiga pasar de las fábricas labour intensive a las energías renovables y las biotecnologías.
El presidente del Gobierno dijo todo esto en un encuentro con un seleccionado número de periodistas, seguro de que España tiene los medios y los recursos para superar el actual impasse y volver a ser protagonista de la escena económica europea e internacional.
Señor presidente, ¿España está en dificultades? ¿Piensa que serán necesarios otros planes que den empuje a la economía, después de los que puso en marcha en los meses pasados?
Para tener un cuadro preciso de la situación, es necesario evaluarla en perspectiva. Y, para entender, hay que esperar al verano. Los planes aprobados en diciembre están demostrando su eficacia ahora, en marzo. Por tanto, esperemos cuatro meses para ver si hay síntomas de mejora en la economía, incluso hasta el último trimestre del año o el primero de 2010. Si fuera así, no sería necesario un nuevo estímulo de carácter fiscal.
Sin embargo, el problema es cómo financiar estas intervenciones, puesto que España no tiene suficientes márgenes de maniobra.
España tiene la capacidad necesaria para sostener estos programas. Hasta hace poco, hemos tenido un importante superávit y vamos hacia un déficit elevado, que seguramente superará el techo del 3 por ciento del PIB. Sin embargo, el endeudamiento, a pesar de la importante emisión de deuda, pasará del 35 por ciento al 38-39 por ciento, un 25 menos de la media europea. Por tanto, tenemos un amplio margen de endeudamiento, y esto la gente lo olvida a menudo. En resumen, podemos contar con una baza relevante, el bajo endeudamiento, y tenemos un importante deber: controlar el déficit.
Hablemos del sector bancario. ¿Es verdad que el Gobierno está preparando un plan de intervención en el caso de que haya dificultades mayores?
Nuestro modelo ha funcionado bien gracias al trabajo desarrollado en los años pasados por el supervisor, el Banco de España, que es competente en esta materia. En este sentido, si el banco central considera que hay que tomar alguna medida complementaria a las que ya se adoptaron, escucharemos sus sugerencias. Está claro que el Gobierno actuará de acuerdo a lo que diga el Banco de España, que cuenta con una enorme credibilidad. En general, el sector bancario y financiero goza de buena salud. En este momento, hay un proceso de fusión entre dos pequeñas cajas de ahorro, y si en el futuro son necesarias reestructuraciones y fusiones, seguiremos lo que diga el instituto central. Mi análisis es que no habrá grandes problemas, serán absorbibles. Aun así, es normal pensar en cierta reestructuración del sistema, que afectará de modo particular a las pequeñas entidades.
De todas formas, estos problemas se abordarán en la cumbre del G-20 que se celebrará en Londres la próxima semana. ¿A qué conclusiones se llegará?
Hay señales favorables. La cuestión más importante es que se llegue a un acuerdo sobre la reforma de los mercados financieros, un documento final común que sirva como mensaje de confianza a nivel internacional. Por su parte, España explicará cómo ha funcionado su sistema de supervisión y de acumulación de reservas anticíclicas, que ha sido de gran eficacia. No se trata de medidas proteccionistas sino, al contrario, de medidas que garanticen la fiabilidad del sistema.
¿Y si no tuviera éxito y fracasara?
Siempre estamos preocupados de que las cosas vayan mal. En cambio, después de la reunión que se celebró en octubre, el sistema financiero, sostenido de modo consensuado por los Gobiernos, se ha recuperado y ahora se vislumbra un horizonte de normalidad mínima. Es cierto que para que la reglamentación sea eficaz es necesario que no haya territorios y productos fuera del alcance de las autoridades de control y que éstas tengan a su disposición los medios necesarios para ejercer una suficiente acción de inspección.
Quedémonos en Europa. En enero España asumirá la presidencia de la Unión Europea. ¿Cuáles son sus objetivos?
Poner en marcha el Tratado de Lisboa, siempre y cuando los irlandeses vuelvan a creer en Europa. Además, la proyección de Europa hacia el mundo es un tema muy importante. Tengo intención de concluir acuerdos con América Latina, de renegociar la agenda trans- atlántica, de hacer avanzar la Unión Mediterránea y de relanzar el apoyo a los países más pobres. El compromiso de España es llegar a invertir en este capítulo el 0,7 por ciento de su PIB en 2012.
Mientras tanto, su decisión de retirar sus tropas de Kosovo ha dejado perpleja a la comunidad internacional y en particular a sus socios europeos y estadounidenses.
España nunca reconoció Kosovo y hace un año que estamos pensando en retirarnos. Muchas veces la coherencia en cuestiones de principios no le gusta a tus aliados, pero la nuestra es una decisión lógica y coherente y, por este motivo, fiable. Por nuestra parte, no hay posturas tácticas de compromiso, sino al contrario, posturas que derivan de nuestras convicciones.
Una última pregunta de política interior. Se habla de dificultades, de una posible remodelación del Gobierno y de una sus- titución del ministro de Economía. ¿Es cierto?
No está en mis planes hacer un cambio de Gobierno.
Consulte la información completa en diario elEconomista, en su quiosco por tan sólo 1,20 céntimos