Empresas y finanzas
La gran revolución aún por terminar: de 60 bancos a solo 5 en el nuevo mapa de las finanzas en España
- La fusión de CaixaBank y Bankia abre la tercera y definitiva oleada de integraciones
- La subida de morosidad y la caída de la actividad, detrás de los movimientos
- Solo un grupo extranjero, Banesco, ha logrado hacerse un hueco en el mercado desde 2008
Fernando Tadeo
A la banca "no le queda otra" que iniciar un nuevo proceso de concentración. Con estas lapidarias palabras el presidente de una de las patronales del sector, la AEB, José María Roldán, se expresaba hace tan solo dos semanas. Apenas dos días después CaixaBank y Bankia anunciaban que habían iniciado conversaciones para abordar un proceso de fusión para crear el mayor grupo financiero de España y poder, así, asumir el golpe de la crisis del coronavirus. Una pandemia que va a poner contra las cuerdas la rentabilidad como consecuencia del incremento de la morosidad hasta niveles cercanos a su máximo histórico y la caída de la actividad.
Los movimientos que se produzcan constituirán la tercera oleada de uniones entre entidades de la gran revolución que dio comienzo en 2008 tras la quiebra de Lehman Brothers y removió por completo la estructura del sistema nacional. Toda esta reestructuración, que puso fin a un modelo de cajas de ahorros politizado, durará algunos años (cuatro o cinco) y dará como resultado que el mapa esté conformado por 3 o 5 entidades, sin contar las cooperativas de crédito, en función de los estragos que provoque la recesión en la que estamos inmersos.
Antes del estallido de la pasada crisis financiera, en nuestro país operaban más de 60 entidades, además de otras tantas pequeñas y medianas cajas rurales. Las uniones fueron reduciendo este número y en la actualidad existen doce grupos, incluyendo Cajamar. Todos ellos supervisados por el BCE.
La primera ola tuvo lugar entre 2009 y 2011 y su pistoletazo de salida se produjo por la intervención de CCM a pesar de que, según el presidente del Gobierno de entonces, José Luis Rodríguez Zapatero, "España tenía el sector financiero más sólido del mundo". En esos años, muchas cajas de ahorros tuvieron que fusionarse y para ello recibieron ayudas públicas, de unos 20.000 millones. Un dinero que no sirvió para que el sistema evitara un rescate adicional de Europa por importe de 41.000 millones en 2012.
De aquellos enlaces, surgió Bankia fruto de la integración de la segunda y tercera cajas más grandes del país, Caja Madrid y Bancaja, junto con otras cinco de menor tamaño. Hoy, este grupo no ha tenido más remedio que dar un paso al frente y abordar una fusión para sobrevivir tras ocho años, como explica su actual presidente, José Ignacio Goirigolzarri, "de travesía en el desierto". También nació BMN, como consecuencia de la fusión de las cajas de Murcia, Granada, Baleares y Penedés, un conglomerado que tuvo que ser nacionalizado y pasar a la órbita de Bankia en 2017.
Ésta es, precisamente la última absorción que se ha realizado en nuestro país y que dio por cerrada la segunda oleada de integración que se inició tras el rescate comunitario y en la que participaron también los bancos, no solo las antiguas cajas. Así, por ejemplo, el Santander puso punto y final a Banesto como entidad independiente y en 2017 se adjudicó el Popular (que había sumado con anterioridad el Pastor) tras su caída.
En toda la reestructuración, hasta el momento, solo un grupo extranjero ha aprovechado las oportunidades. Es más, diferentes entidades internacionales ha decidido abandonar nuestro país y vender su negocio minorista.
El venezolano Banesco adquirió Etcheverria y posteriormente dio su salto de gigante con la adquisición en subasta pública de Novagalicia (Caixa Galicia y Caixanova). Posteriormente se ha hecho con la filial del portugués Caixa Geral y en la actualidad está cerrando la compra de Bankoa, una pequeña franquicia del francés Credit Agricole que opera en el País Vasco y Navarra. La firma sudamericana, propiedad de Juan Carlos Escotet, aglutina todos estas entidades en Abanca, compañía que no ha perdido su apetito por sumar más a través de operaciones corporativas.
Abandonos
El británico Barclays y los estadounidenses Citigroup y Morgan Stanley hace tiempo que abandonaron el negocio minorista en España, pasando a manos de CaixaBank y Popular, respectivamente. Y Deutsche Bank estuvo a punto de hacerlo, pero finalmente optó por mantener su operativa.
CaixaBank, controlada por la Fundación que preside Isidro Fainé, ha sido una de las entidades que más operaciones ha realizado desde que arrancó la gran revolución hasta constituir, si las negociaciones con Bankia fructifican, un coloso de 650.000 millones de activos, de los que más de 600.000 millones corresponden a España, superando ampliamente a los gigantes Santander y BBVA.
Bajo su mando, habrá asumido las actividades de 18 de las 45 cajas de ahorros que existían en 2008, y habrá casi triplicado su tamaño. Además de las 10 antiguas entidades de Bankia, CaixaBank ha incorporado en estos años a Banca Cívica (CajaSol, Caja Navarra, Caja Burgos, Caja Guadalajara y Caja Canarias) y a Caixa Girona. También ha añadido Barclays, Morgan Stanley y Bankpyme y ha dado su salto internacional con la toma de control del portugués BPI.
Una trayectoria que pocos bancos han podido igualar, pero que ahora tendrán la oportunidad de seguir sus pasos. De hecho, el mercado apunta a que el Santander y BBVA tendrá que ir la caza del nuevo campeón nacional.
Los analistas, entre ellos los de S&P, Moody's o Barclays, consideran que no tendrán más remedio que iniciar conversaciones para crecer y hacerse con algunas de las entidades. El Sabadell, que durante el último decenio, también ha aprovechado diferentes oportunidades, para triplicar su volumen de activos y desembarcar en Reino Unido, es la pieza que se disputarán, previsiblemente, los grupos que presiden Ana Botín y Carlos Torres.
El Sabadell busca alternativas
La entidad catalana, que presenta el segundo peor ratio de rentabilidad del sector, ya ha anunciado que ha contratado a Goldman Sachs para explorar distintas vías de supervivencia. Entre ellas, se incluye una integración.
Aunque todas miradas se han centrado en los últimos días sobre BBVA, fuentes financieras sostienen a este periódico que su unión al Santander podría generar los tan necesarios de costes no solo en España, sino en Reino Unido, donde ambos cuentan con importantes intereses.
El Sabadell, que también ha sido otro de los bancos más activos en compras en el pasado (CAM, Caixa Penedés o Banco Gallego) y inglés TSB, ahora se encuentra entre la espada y la pared, presionado por los inversores y un BCE que urge movimiento de consolidación.
Proceso progresivo
El proceso que se acaba de abrir con la fusión de CaixaBank y Bankia será progresivo y no será inmediato. Según el director general de la consultora Álvarez & Marsal, la oleada será paulatina porque "si es difícil un acuerdo entre dos, entre tres lo es aún más".
La lucha por mantener el poder será titánica, pero en lo que todos los expertos coinciden es que las circunstancias económicas obligarán a todos a que ceder en sus posturas. La rentabilidad se situará muy por debajo del 3% en los próximos años, frente al 10% que exigen los inversores.
Los movimientos afectarán en gran medida al grupo de medianas entidades, además de al Sabadell y Bankinter, todas ellas formadas por grupos de antiguas cajas de ahorros que se integraron principalmente entre 2010 y 2013. Grupos que han podido resistir a los tipos negativos y a la baja actividad durante la recuperación, pero que el coronavirus impedirá que sigan en solitario.
Los supervisores quieren, como ya pretendieron en la pasada crisis financiera, que queden cinco o menos entidades, con un mayor tamaño y una menos estructura de costes. Uno de ellos será CaixaBank-Bankia, que una vez culmine su proceso, podría absorber alguna que se haya que se haya quedado descolgada.
Santander-BBVA
Las dudas ahora existen sobre los protagonistas de los otros cuatro, porque en los círculos financieros no se descarta la operación de todas las operaciones, la unión de Santander y BBVA a pesar de su complejidad, en la que se podría o no incluir el Sabadell. Este coloso contaría con más de 2,5 billones de euros en activos, de los que un 1 billón (equivalente al PIB nacional) estarían en España.
De no producirse, Santander y BBVA tienen a su disposición diferentes alternativas, no solo el Sabadell. Unicaja y Liberbank, que ya exploraron su fusión en 2019, aunque la ganancia de escala sería inferior, ya que la primer cuenta con solo 55.000 millones de activos y la segunda, con 45.000 millones.
Estas dos entidades, que surgieron del proceso de fusiones de cajas, también pueden ser participes de la unión de todos o buena parte de los grupos medianos (Kutxabank, Ibercaja y Abanca).
Este proceso, que todavía le queda tiempo para concluir, es compatible, si las heridas de la crisis lo permiten con la independencia de algunas entidades que sobreviven. Bankinter cuenta con mayores papeletas, según los expertos, para continuar en solitario. De hecho, tiene en la actualidad el mejor ratio de rentabilidad del sector.
La intensidad del mismo dependerá en gran medida de subida de la morosidad y las necesidades de provisiones. Se estima que alcance los impagos alcance en torno a un 11-12% de los créditos totales, es decir que supere la barrera de los 100.000 millones. Por ahora la banca ha multiplicado por algo más de dos las dotaciones, hasta los 16.000 millones, con el objetivo de anticipar las pérdidas por insolvencias.
Empleo y oficinas
Las fusiones, que han sido especialmente numerosas en España frente a la consolidación de otros países de nuestro entorno, ha provocado despidos masivos de empleados en el sistema. Cerca de un tercio de los trabajadores del sector (unos 80.000) han sido prejubilados o cesados de sus funciones. Y casi la mitad de las oficinas se ha cerrado (unas 20.000). La nueva oleada requerirá nuevas salidas de empleados. Sólo en CaixaBank-Bankia se espera un Expediente de Regulación de Empleo (ERE) de 8.000 personas, para lo que se tendrá que reducir la edad de retiro anticipado a los 50 años.
Si finalmente se cumplen los deseos del mercado y de los reguladores, de contar con solo cinco o menos jugadores en el sector, la competencia estaría garantizada, solo porque estas entidades tendrían una mayor capacidad para competir, sino porque existirán otra serie de pequeños bancos que también ofrecerán sus servicios a los clientes. Algunos de ellos, precisamente no tan pequeños, como el holandés ING, que ha logrado implantarse en nuestro país con una gran franquicia con sus servicios a distancia.
Además, existen un sinfín, más 40 cajas rurales, que operan en todo el territorio nacional agrupadas, que se suman al conglomerado cooperativo que ha conseguido crear Cajamar. Esta entidad aglutina una veintena de entidades locales.
De igual modo, en determinados nichos de actividad, como los servicios de pago, han empezado a competir diferentes firmas y se espera que en los próximos años irrumpan con fuerza los gigantes de internet (Facebook, Google, Amazon y Apple), lo que supone una auténtica amenaza para la banca.