
A falta de más de dos meses para que el demócrata Barack Obama tome posesión de la Casa Blanca, la euforia se ha desatado en todo el mundo convirtiendo el próximo 20 de enero en una fecha para el recuerdo y para el negocio. Desde hace semanas intentar encontrar un hotel en la capital norteamericana para los dias previos a la ceremonia se ha convertido en una misión imposible, sin embargo, muchos están dispuestos a dejarse la pensión por ver al afroamericano recoger el testigo de George Bush.
El que no corre, vuela y aunque EEUU vive una de las peores crisis de su historia, muchas cadenas hoteleras han decidido hacer su agosto con la llegada de Obama a la presidencia. De hecho, el Hyatt Regency Hotel ha preparado un "paquete presidencial" al módico precio de 75.000 dólares para disfrutar de la inauguración a cuerpo de rey. El plan se presenta irresistible para un total de ocho personas: servicio de limusina, recepción privada, tratamientos de belleza, visita tourística por la capital del país y dos cenas regadas con el mejor vino.
Por supuesto, aunque el trato sea exclusivo, la cita no sería lo mismo sin ocho entradas para la fiesta inaugural que se celebrará en la ciudad. Para aquellos que no tengan un séquito a su alrededor y quieran disfrutar de este histórico momento en pareja, el Hyatt también ha preparado un paquete para dos personas, con las mismas prestaciones pero mucho más asequible, alrededor de 25.000 dólares.
Hasta los dueños de casas también han decidido rentabilizar sus viviendas alquilándolas para la semana del acto, entre 1.500 y 10.000 dólares.
¿Un talismán de oro?
Desde luego, que se confirma que Obama convierte en oro todo lo que toca. Si durante la campaña electoral rompió todos los records de recaudación ahora hará de oro a la industria turística de la ciudad que será su casa durante los próximos cuatro años. Para la ceremonia del 20 de enero se han reservado 250.000 entradas que garantizan un buen lugar desde donde ver la jura y el desfile posterior en el corazón de la ciudad. Pero el comité organizador calcula que habrá 1,5 millones de personas que querrán asistir. Tal es el furor que en la reventa los tickets llegan a revenderse por 20.000 y 40.000 dólares, según datos revelados por la cadena de tv por cable CNN.
Por supuesto, ante esta desbocada situación, la senadora Dianne Feinstein, presidenta del comité organizador, ha redactado una ley para prohibir la reventa. "Tuvimos informaciones de que hay gente tratando de vender entradas por más de 40.000 dólares. Esto es desmesurado y no debe ser permitido", afirmó Feinstein en un comunicado.
A la espera del 20 de enero, parece que la Obamamanía se ha convertido en un estímulo económico por sí misma.