La de Panamá ha sido la última Cumbre de las Américas para Barack Obama y pasará a la historia como aquella en la que el presidente estadounidense pasó página y decidió no ser más un "prisionero del pasado" en las relaciones de su país con la región.
Con espíritu pragmático porque no le interesan "disputas" que empezaron antes de que naciera, como él mismo dijo, Obama se anotó varias victorias: afianzar el acercamiento a Cuba con su histórica reunión con Raúl Castro, mitigar las tensiones bilaterales con Venezuela y fijar para junio la aplazada visita a Washington de la mandataria brasileña, Dilma Rousseff.
En la sesión plenaria de la Cumbre, Obama aguantó estoicamente una lluvia de críticas por su polémico decreto sobre la "amenaza" que supone la situación en Venezuela para EEUU y ataques directos de algunos presidentes, entre ellos el venezolano Nicolás Maduro y el ecuatoriano Rafael Correa.
Su respuesta fue que "la Guerra Fría ya terminó". Además, "Estados Unidos mira hacia el futuro. No estamos atrapados en la ideología, al menos no yo", dijo también.
Obama subrayó que hay "capítulos oscuros" en la historia de EEUU, un país que no se cree "perfecto" y que, hoy por hoy, no tiene interés en "inmiscuirse" cuando denuncia situaciones que no considera justas como el encarcelamiento de alguien "simplemente" por cuestionar al poder, sino que lo hace porque es "lo correcto".
Algo muy parecido había dicho ya este viernes Obama cuando remarcó que "las naciones fuertes no tienen miedo" a la sociedad civil, durante un foro con opositores cubanos, venezolanos y de otros países, y antes de reunirse con algunos de ellos.
La promesa de una relación de igual a igual entre EEUU y la región ya lo había lanzado Obama en su primera Cumbre de las Américas, la de Trinidad y Tobago de 2009, pero desde hoy se sustenta en logros concretos.
El más importante, por su relevancia histórica, es la consolidación con su encuentro con Raúl Castro de la apertura hacia Cuba, un proceso que marca "un punto de inflexión" no solo con la isla, sino con toda la región, en palabras de Obama.
De la cumbre de la reconciliación entre las dos naciones se recordará, tal vez más que ese encuentro, los sinceros elogios que dedicó Castro a Obama en su intervención en la plenaria ante las miradas atónitas de cientos de periodistas de todo el mundo.
"Obama es un hombre honesto", dijo el líder cubano al eximirle de la responsabilidad de la política contra la isla llevada a cabo por los "10 presidentes" estadounidenses anteriores.
La nueva etapa entre EEUU y Cuba "abre la posibilidad concreta de un nuevo diálogo interamericano más consensuado y cooperativo", con la participación "activa" incluso de países que, como Bolivia, Venezuela o Ecuador, "se han colocado políticamente a las antípodas" de Washington, explicó a Efe Vanni Pettinà, historiador experto en Cuba.