Estados Unidos

La oportuna muerte de Osama Bin Laden resucita a Obama

La muerte de Bin Laden, portada de todos los periódicos. Foto: EFE.

La oportuna muerte del durante diez años esquivo Osama Bin Laden ha supuesto un balón de oxígeno a un Barack Obama en el momento más delicado de su mandato, a causa de la crítica situación de la economía estadounidense y su incapacidad para frenar el aumento de los precios.

Tras descender su popularidad en 20 puntos y que casi la mitad de los norteamericanos (47 por ciento) desaprobaba hasta ayer la gestión de su presidente, lo peor era que la tendencia marcaba un hundimiento imparable en medio del anuncio de su candidatura para la reelección en 2012.

El "milagro" que resucitó a Obama

La muerte de Osama ha obrado el "milagro" de resucitar a un moribundo Obama, que enfila su segundo mandato con el palmarés de haber dado caza al terrorista más buscado del planeta. Medalla que le otorgará un amplio margen ante los candidatos republicanos que pudieran hacerle sombra en la carrera presidencial.

Al final, se ha hecho realidad la predicción de quienes, en el mundo de los servicios de inteligencia, llevaban años afirmando que Bin Laden sería "liquidado" por Estados Unidos en el momento más oportuno para los intereses de Washington. Y parece que así ha sido, en una historia que en estas primeras horas deja abiertos múltiples interrogantes, producto de una versión oficial en extremo infantil.

Los orígenes

No viene mal recordar en estos momentos que Osama Bin Laden fue un producto de la CIA, que durante años se dedicó a financiar al islamismo radical para expulsar de Afganistán al ejército soviético.

La leyenda urdida sobre el multimillonario saudí destaca que su radicalización contra Estados Unidos creció en paralelo a una bien engrasada guerrilla de mujaidines en paro, que el líder islamista quiso emplear en la yihad o guerra santa con el objetivo último de establecer el califato islámico como modelo político, al tiempo que en el plano económico los países árabes recuperasen el control sobre sus recursos energéticos.

Los intereses políticos de EEUU

Nacía Al Qaeda y el nebuloso mundo de sus movimientos franquiciados, donde las infiltraciones, las llamadas "operaciones de falsa bandera" y las manipulaciones de los servicios secretos, han escrito buena parte de la historia mundial de la última década.

Una primera valoración que ayer hacían medios cercanos al CNI es que Bin Laden no habría podido residir en Pakistán sin la luz verde y apoyo del todopoderoso y omnipresente servicio secreto pakistaní. Lo que abre un cúmulo de interrogantes que obligan a situar el foco sobre el papel geopolítico que está jugando la única república islámica del mundo con capacidad nuclear, embarcada en pleno proceso de alejamiento de su aliado tradicional, Estados Unidos.

¿Conocieron los servicios secretos norteamericanos por sus propias fuentes que Bin Laden residía en un chalet fortificado en la localidad de Abbottabad, a 60 kilómetros de la capital pakistaní? O bien, y con independencia de la "película oficial" montada para proteger como es habitual a las fuentes de inteligencia, ¿la operación ha sido fruto de una delación por parte de la facción de los servicios secretos pakistaníes contrarios a pactar con China una nueva relación de fuerzas en el sur de Asia? (ver la información de la parte inferior de esta página).

Muy probablemente tardaremos años en conocer la realidad sobre la operación que ha llevado a liquidar a Bin Laden, sin someterlo a juicio, y hacer desaparecer su cadáver en el mar bajo la excusa de que darle sepultura en tierra suponía crear un santuario de peregrinación para sus millones de seguidores.

Pero más fácil será seguir las consecuencias políticas de su desaparición de la escena si, como fuentes de inteligencia apuntan, el terrorista más buscado había recibido el encargo pakistaní de negociar un nuevo mapa afgano con la insurgencia talibán.

De ser cierto este escenario, se comprende el interés de Obama de deshacerse de Bin Laden, puesto que la guerra de Afganistán junto al impasse de Irak, son dos de los elementos que, junto al ya ruinoso estado de la economía estadounidense, más pesan según las encuestas en la meteórica pérdida de popularidad del presidente.

La liquidación de tan singular líder y la desaparición de su cadáver, aparte de consolidar el mito en el mundo árabe, abre la espita a todo género de especulaciones. Unas, aseguran que el terrorista saudí murió hace años de un cáncer de hígado y lo que se ha hecho ahora es escenificar su muerte.

Otras, que vive bajo una identidad falsa y operaciones de cirugía estética por medio, como pago a los servicios prestados. En cualquier caso, ha entrado a formar parte de la leyenda.

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