Ver para creer. El presidente, Barack Obama, celebrará sus primeros 365 días en la Casa Blanca con el amargo sabor de boca de haber perdido un partido fundamental en su propio terreno. Para colmo, su popularidad marca mínimos y ahora la reforma sanitaria pende de un hilo.
Todo un cúmulo de contratiempos que los demócratas deben solventar si no quieren ver como el próximo noviembre su soberanía en la Cámara de Representantes también sufra una caótica transformación.
La victoria del republicano Scott Brown en Massachusetts es la gota que colma el vaso de la decepción que acumula el presidente norteamericano. Al fín y al cabo, Obama ha sido incapaz de impulsar a los candidatos demócratas a puestos de elección popular, como en los casos de las elecciones para gobernadores de Virginia y Nueva Jersey. Ahora, tras perder la hegemonía en el Senado y el escaño de mítico senador demócrata, Ted Kennedy, comienza su verdadera travesía por el desierto e, incluso, la propia desconfianza dentro de su partido.
Hacer gala de la vena bipartidista
No hay que pasar por alto que nada más conocerse la noticia, el senador demócrata, Jim Webb lanzó un dardo envenenado contra el mandatario afroamericano. "De muchas maneras, la campaña en Massachusetts se ha convertido no sólo en un referendum sobre la reforma sanitaria sino sobre la integridad de nuestro propio gobierno", aseguró Webb en un comunicado. Para culminar la jugada, determinó que "sería justo" que se suspenda toda votación sobre la reforma sanitaria hasta que Brown ocupe su puesto en la Cámara Alta.
La Casa Blanca ha admitido que Obama había quedado "sorprendido, frustrado y descontento" con el resultado, pero que ha llamado al vencedor para felicitarlo.
Con este cisma dentro de su propio partido como regalo de aniversario, Obama deberá demostrar ahora la vena "bipartidista" de la que tanto ha hecho gala. A la espera de lo que ocurra estos son algunos de los escenarios posibles para solventar este desaguisado.
1. El Congreso y el Senado aprueban la reforma tal y como está: A día de hoy, la reforma está siendo revisada en ambas cámaras a la espera de alcanzar un compromiso. Sin embargo si los senadores demócratas no consiguen los 60 votos necesarios para pasarla, algo más que probable con Brown en el Senado, el Congreso podría pasar la reforma si vota a favor de la misma tal y como está en estos momentos en la Cámara Alta. Es decir, se dejarían de lado las rencillas y diferencias de las últimas semanas, Nancy Pelosi y sus chicos se tragan su orgullo y pasan una reforma que serían del Senado, básicamente. Esta estrategia evitaría que el proyecto final tuviera que pasar de nuevo por la Cámara Alta antes de ser rubricada por Obama.
2. Retraso de la llegada de Brown a DC: Si los demócratas se lo proponen, existen un sinfín de trabas legales, como recuento de votos y otras artimañas que retrasaría el desembarco del republicano en el Senado. Mientras tanto, el Congreso y el Senado deberían aprobar la reforma final, algo que Obama quiere que suceda antes del 27 de enero cuando se espera que ofrezca su discurso sobre el estado de la Unión.
3. Bloqueo: La opción anterior se iría al traste si los republicanos echan mano de la legislación. Bajo la leyes de Massachusetts, el sustituto interino de Ted Kennedy, el demócrata Paul Kirk, ya no tiene poder de votación en la Cámara Alta una vez se hayan celebrado elecciones, es decir, los demócratas pueden retrasar el nombramiento de Brown pero no consiguen los 60 votos necesarios para pasar la reforma.
4. Reforma regulatoria: Los senadores demócratas alegan que existe la posibilidad de reformar la normativa de la Cámara a través de una claúsula de "conciliación", que permitiría pasar el proyecto de ley con sólo 51 votos. Hasta la fecha, nadie ha explicado en profundidad los pasos para que esto ocurra.
5. Poder de convencimiento: Los senadores demócratas podrían tratar de convencer a un contrincante republicano para que vote a favor de la reforma, como podría suceder con la senadora Susan Collins. Sin embargo esta opción supondría el suicidio político del republicano que se atreviese a cruzar dicha línea.
6. Utopía perdida: La reforma sanitaria cae en el olvido y el descomunal esfuerzo de los último meses, que casi ha obnubilado a la crisis económica se va al traste. Supondría el peor golpe para Obama tanto dentro de su partido como en su capacidad de gestionar el país.