
"¡Es divertido y rentable!" explica January Thomas, presidenta de 'My Gold Party', una compañía que está dando el pelotazo en esta crisis gracias a la organización de fiestas en las que se intercambian joyas de oro por dinero fresco.
Haciéndose eco de las antiguas reuniones en casas de las vecinas para vender todo tipo de objetos, Thomas decidió reciclar esta idea. "Es como la fiesta del Tupperware de nuestras abuelas con la diferencia de que no tienes que comprar nada y encima te vas con más dinero en los bolsillos". Toda una ganga y no parece una idea descabellada.
En un momento en que las bolsas no terminan de remontar el vuelo y en el que el valor del oro ha subido como la espuma, llegando a alcanzar los 1.000 dólares por onza, es un buen momento para deshacerse de las joyas familiares, en particulara oro, oro blanco y platino, y así poder pagar la hipoteca o lidiar con el crédito del coche.
¿Cómo se organiza?
Y ¿cómo se organizan estos cotarros?, de forma muy sencilla. 'My Gold Party' cuenta con representantes en buena parte del país. Aquí, en el estado de Nueva York, tienen tres personas, Sharon, Katie y John, encargadas de acudir a una casa y tasar el oro. Normalmente, ellos se encargan de acudir a una casa, previa llamada de una cliente, y sopesar el coste de las piezas de las personas convocadas, la mayor parte de ellas mujeres.
Tras una fiesta con bebida y comida, los empleados pagan de su propio bolsillo el coste de la compra. En una fiesta normal suelen acudir entre 5 y 20 personas mientras en condiciones normales cada una de ellas acaba vendiendo hasta 300 dólares en joyas, por eso, los representantes suelen llevar hasta 3.000 o 4.000 dólares para satisfacer a las clientas. Además, se espera que la clienta que organice la fiesta pague al los trabajadores de 'My Gold Party' un 10% del total vendido como "propina".
Una vez que los reprensentantes, quienes han desembolsado previamente 699 dólares para operar con 'My Gold Party', tienen las joyas en su poder, las envían a la central, donde se evalúan, se funden y se valoran para posteriormente enviar un cheque a sus comerciales.
Otra forma de vender el oro es que el interesado envíe directamente sus piezas por correo para ser tasada y valoradas. Julie, una ama de casa, asegura que "al principio tenía mis dudas ya que pensaba que no me iban ofrecer un precio justo por no estar presente, sin embargo, el proceso fue justo y muy profesional".
Al fin y al cabo, en tiempos de crisis, cualquier solución parece factible para obtener un ingreso extra y, a falta de empleo o crédito, el trueque de oro sigue siendo particularmente lucrativo.