Pruebas

Jaguar XF: berlina de lujo, con alma de deportivo

Piel Bond Grain, iluminación interior halo azul, pantalla de información en color de siete pulgadas, Jaguar Sequential Shift, sistema Jaguar Sense, llave inteligente... Ninguno de estos elementos mueve un coche, pero cada día tienen más aceptación a la hora de decantarnos por un vehículo. Son los pequeños detalles que hacen que un vehículo dé el gran salto y se meta de lleno en la categoría de especial. El Jaguar XF lo es, y por muchas y variadas razones.

Primero, por ser un Jaguar. La firma británica, ahora bajo el manto de Tata, siempre se ha distinguido por saber conjugar casi a la perfección la elegancia con las prestaciones. El XF, nacido en 2008 para sustituir al S-Type, fue el símbolo sobre el que se fundamentó el cambio de rumbo de la compañía. Se trata de una berlina de lujo de cuatro puertas y cinco plazas, con un atractivo toque cupé en su diseño y con alma de deportivo, a tenor de sus prestaciones y posibilidades sobre el asfalto.

En estos momentos se comercializan tres versiones diésel (V6 de 211, 241 y 275 CV) y otras tres de gasolina (V6 de 238 CV y V8 de 385 CV y 510 CV, el XFR) del Jaguar XF. La que hemos probado para estas páginas es la intermedia de gasóleo, el Jaguar XF V6 3.0 D Luxury, cuyo precio de serie se eleva hasta los 55.590 euros. ¿Nuestras impresiones sobre este vehículo resumidas en dos conceptos? Lujo y prestaciones.

Lujo, porque Jaguar, con el cambio de titularidad, no ha perdido un ápice de clase en lo que se refiere a la dotación de un coche del segmento superior. Los asientos de cuero de serie, los reglajes eléctricos del volante y asientos delanteros, los materiales que inundan el salpicadero de suavidad a la hora de utilizar sus mandos y botones, el diseño del interior en general... todo ello nos dice que sí, que realmente es un coche de 60.000 euros.

En el primer párrafo de esta crónica nos referíamos, por ejemplo, al Jaguar Sequential Shift, que no es más que la palanca de la transmisión, reducida a un mando redondo que cambia entre los distintos estados de la transmisión automática de seis velocidades del vehículo. Desde la posición S de esta rueda pasaremos al modo de conducción deportiva. El detalle a tener en cuenta de dicho mando es que, cuando se corta la corriente del coche, se esconde hasta quedar al mismo nivel de la columna central del salpicadero. Otro tanto ocurre con las salidas de ventilación, que también rotan y se esconden sobre sí mismas cuando se cierra la llave de contacto o no se usa la calefacción o ventilación del vehículo, dando a su interior un toque minimalista en ciertos puntos que ayudan a la concepción general del diseño. El Jaguar Sense, por su parte, es el sistema que maneja la apertura de la guantera y la acción sobre las luces interiores del vehículo, dos misiones que se realizan con tan sólo acercar un dedo a los sensores diseñados para la ocasión.

Los asientos son amplios y cómodos, pero, claro, la filosofía cupé es lo que tiene, que las plazas traseras ven coartada su altura por la rápida caída del techo. Por supuesto, cuatro pasajeros adultos pueden hacer largos viajes en el XF con total comodidad.

Un caballo más

¿Y debajo del capó? Nos encontramos con un poderoso y nuevo motor denominado AJ-V6 D Gen III Diésel 3.0. En su versión intermedia, denominada 240 CV, en realidad da un caballo más en el banco de pruebas, cuando el motor alcanza las 4.000 revoluciones por minuto, con 500 Nm de par motor a la mitad de revoluciones. Con estos mimbres, la velocidad máxima que alcanza el XF Diésel de 240 CV asciende hasta los 240 km/h, con una aceleración de 0 a 100 km/h en 7,1 segundos, y unas emisiones de CO2 de 179 gramos por kilómetro. Los consumos, con una ganancia notable con respecto a modelos anteriores de Jaguar, se situán en 9,5 litros cada 100 kilómetros recorridos por ciudad, 5,5 litros en carretera, y 6,8 en ciclo combinado. Y todo ello a pesar del elevado peso del vehículo, que asciende hasta los 1.895 kilos, en parte gracias a la elección del acero para su construcción en lugar del aluminio.

¿Agilidad o comodidad? La eterna cuestión en este tipo de vehículos casi siempre se decanta por la segunda cualidad, y de hecho así ocurre en el XF, que prima la comodidad de los pasajeros a su alegría en el paso por curva, especialmente en carreteras muy pequeñas y reviradas. Aun así, esta berlina de Jaguar puede presumir de carecer casi en absoluto de balanceos en la carrocería al afrontar estos tramos, más difíciles en teoría para él. Por grandes carreteras y autopistas, casi no hay que decirlo, el XF se comporta de una forma admirable, un auténtico devorador de kilómetros con la comodidad siempre intacta en su interior.

El equipamiento de serie del Jaguar XF presume de no haberse dejado casi nada en el tintero de los elementos más populares. Quizá se eche en falta el navegador y la conexión para iPod. En dicho equipamiento de serie podemos destacar el cargador de seis CD, la conexión bluetooth para el teléfono, y toma AUX para conectar aparatos auxiliares, ocho altavoces que dan 140 vatios al equipo de audio, MP3, sensor de aparcamiento trasero, llantas de 18 pulgadas, airbags delanteros y laterales en los asientos delanteros y laterales de cortina en todo el vehículo.

En cuanto a las opciones, tenemos la posibilidad de instalar faros bi-xenón con nivelación automática e iluminación de esquinas, lavaros eléctricos, televisión, USB, y un largo etcétera.

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