Motor

Salón de Frankfurt: las marcas de coches alemanas rivalizan también en edificios

La cita bianual es ante todo una demostración de poderío de la industria alemana que, por su desmesura, no deja indiferente. El recinto ferial donde se celebra el Salón del Auutomóvil de Frankfurt es enorme. Del pabellón 1 al 9 hay que salvar una distancia de más de medio kilómetro, por lo que algunas marcas ponen a disposición de quien lo solicite vehículos eléctricos con un conductor a modo de taxi. Todo es grande. Hasta la afluencia, que ronda año tras año el millón de visitantes.

Aún así se queda pequeño para las marcas alemanas, que han tenido que idear otras soluciones para albergar sus numerosas primicias. Audi, BMW y Mercedes construyen gigantescas y efímeras estructuras de varios pisos de altura en los patios interiores de la feria.

Cientos de personas trabajan contra reloj para montar dichos edificios de quita y pon con originales decoraciones, iluminaciones y hasta restaurantes. Audi incluso recibió un premio de arquitectura en 2013 por su espectacular y gigantesco pabellón que en esa ocasión reproducía una ciudad puesta boca abajo.

BMW recrea el mundo junto a sus dispares marcas Mini y Rolls Royce. Una pista de pruebas en forma de 8 expone los automóviles en movimiento y las paredes se iluminan a su paso con spots publicitarios.

Mercedes-Benz, más clásico, ofrece a sus visitantes un periplo descendente que se inicia a 15 metros sobre el suelo. El espectáculo, y la rivalidad, no están sólo en los nuevos modelos.

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