Motor

Bugatti Type 35 1924, el origen del supercoche de Benzema

Hace unos días el jugador de fútbol Benzema asombró a propios y extraños al llegar al entrenamiento al volante de un Bugatti Veyron W16 descapotable valorado en dos millones de euros.

Puede que el virtuoso del balón no sepa que la marca del coche que ahora conduce y luce se remonta a un siglo y ya no solamente es la impresionante tecnología aplicada al Veyron lo que le da su escandaloso valor, también hay detrás una fantástica historia de prestigio y leyenda.

Sería en un lejano Gran Premio ACF de Lyon de 1924, lo que era entonces nuestra actual Fórmula 1, cuando apareció el coche que daría a la marca de Ettore Bugatti la inmortalidad en el mundo del automovilismo deportivo. El Type 35 inició en esa fecha una espectacular y triunfal actuación que duraría hasta 1930 en el que cesó su producción.

En ese periodo de tiempo disputó más de 2.000 carreras de todo tipo y categoría. Imbatible, le daba igual ser inscrito en los GP, las carreras de resistencia o competiciones cronometradas de montaña. Con pocas excepciones, siempre ganaba.

Esta increíble máquina era obra de un multifacético creador, Ettore Bugatti. Hijo de artista y estudiante de Bellas Artes, el joven Ettore se dejó pronto seducir por las influencias del modernismo y se volcó en su naciente pasión: la mecánica.

De Lyon a San Sebastián

Después de ser aprendiz en una fábrica de bicicletas, diseñar un triciclo con dos motores y proyectar su primer automóvil de cuatro ruedas, entra a trabajar de empleado para el industrial alsaciano Dietrich. Italiano de nacimiento y frncés de adopción, presentaría su primer proyecto de envergadura a la fábrica Deutz y que sería rechazado. Lejos de arredrarse por ello, fundó su propia marca en 1909, creando la fábrica de automóviles Bugatti en Molsheim.

Volviendo al modelo que nos ocupa, el Type 35 de 1924, representa la quintaesencia de los deportivos. Con su depurado diseño aerodinámico, construido de forma que pesara lo mínimo (ya montaba llantas de aluminio) y con un impresionante motor 2.0 V8 escondido bajo su capó, la escultura motorizada extasió a todos los que tuvieron la suerte de contemplarla en el periodo de entreguerra. El motor, construido a base de unir dos bloques de cuatro cilindros con una sola distribución, rendía en esa época la increíble potencia de 90 caballos (El motor de 16 cilindros del Veyron actual de Benzema dispone de 1001 caballos).

Al principio no todo fueron mieles de triunfo, por supuesto. Su debú en el GP de Lyon terminó en abandono a causa de unos neumáticos inadecuados para el nuevo e inexperimentado bólido. En su segunda aparición, en el GP de San Sebastián, se aumentó la anchura de las cubiertas, mejorando la estabilidad y la conducción, consiguiendo brillantemente la segunda posición. A partir de ahí, el paseo triunfal del Bugatti de carreras duró media década ante la admiración de los rivales y la frustración de quienes habían rechazado los proyectos del joven y clarividente Bugatti. A partir de entonces, la parrilla con forma de herradura fue sinónimo de lo mejor en el mundo del automóvil.

Tal fue el éxito y la fama del Type 35 que, en 1926 se lanzó el 35A, que era la versión de calle del bólido azul. Sólo los más pudientes, como ahora Benzema, pudieron hacerse con alguno de ellos. En total, se construyeron menos de 400 Bugatti Type A, ya fueran en su versión de carreras o de calle. Ningún coche de competición ha igualado el éxito dentro y fuera de la pista del icónico Bugatti. Esa es una de las razones por las cuales un Veyron actual le cuesta a los clientes como Benzema dos millones de euros.

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