Las carreteras denominadas de 2+1 carriles constituyen un tipo de vía poco extendido pero que podría ser uno de los métodos más efectivos para garantizar la seguridad vial en rutas interurbanas y contribuir a la reducción del número de víctimas de tráfico.
Así lo reflejan las estadísticas de siniestralidad de Suecia, uno de los pocos países que llevan algunos años haciendo uso de estas carreteras junto a otros como Irlanda, Nueva Zelanda o Alemania. Los escandinavos han logrado reducir drásticamente su tasa de mortalidad gracias, entre otras soluciones, al empleo de estas vías, tal y como señala el semanario The Economist en su edición digital: sólo tres de cada 100.000 suecos mueren al año en accidente de tráfico, frente a 5,5 de la Unión Europea o las 11,4 de Estados Unidos.
En 1997, el parlamento sueco redactó un plan bautizado como 'Vision Zero' ('Objetivo Cero') con el objetivo de eliminar por completo las muertes en carretera. En dicho texto se contemplaba la construcción de estas vías de 2+1 carriles, de las cuales se construyeron 1.500 km durante la primera década de implantación del plan y las autoridades estiman que ha salvado del orden de 145 vidas (Suecia tiene una población que no llega a 10 millones de habitantes).
Cómo funcionan
Pero, ¿de qué forma funcionan estos carriles? El 2+1 hace referencia a dos carriles independientes separados por una mediana que se va adentrando en una u otra vía, dejando un segundo carril en un sentido para adelantar; ese segundo carril se va turnando en un sentido o en otro de forma alterna para que los conductores que circulan en ambas direcciones puedan adelantar por igual; un poco al modo en que funcionan en España las líneas discontinuas y continuas en muchas vías de doble sentido pero con una mayor seguridad en la maniobra gracias a la barrera de la mediana.
Por supuesto, no es el único recurso del que se ha servido Suecia para disminuir su mortalidad de tráfico; otros como las barreras que separan las vías ciclistas del resto de la calzada, el aumento de zonas peatonales o la intensificación de los controles de alcoholemia también han ayudado significativamente en este cometido. Pero el hecho de que esta poco utilizada fórmula haya sido tan bien acogida y tan efectiva está llevando a muchos países y ciudades del mundo, como por ejemplo Nueva York, que tratan de copiar su éxito.
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