El excepcional VL Destino fue presentado la pasada semana en Detroit como un supercoche fruto del ingenio de Gilbert Villarreal y la colaboración del ex vicepresidente de General Motors Bob Lutz.
Cuando tras la quiebra del fabricante de las problemáticas baterías de coches eléctricos A123 la compañía Fisker vio cómo las expectativas ante su deportivo Karma se hundían, el equipo de Villarreal, que también vio frustrado un proyecto de fabricar una camioneta movida por electricidad, propuso, a priori, un lunático invento: ¿por qué no aprovechar el atractivo del Fisker Karma y combinarlo con un motor de éxito, aunque fuera de combustión?
Villarreal no se lo pensó dos veces y, con la ayuda de su amigo Bob Lutz, consiguió que Fisker le cediera 20 unidades 'huecas' (sin mecánica) del Karma, con el único requisito de que el producto final que obtuviera no se parecieran al original.
'Hijo' del Fisker Karma y del Chevrolet Corvette
Y así nació el VL Destino, un Fisker Karma que olvida su gran lastre, el de las baterías eléctricas, montando en su interior un exuberante motor V8 de 638 CV y 820 Nm de par motor máximo de los que se pueden encontrar en un Chevrolet Corvette, cuya última versión fue presentada también en Detroit la semana pasada.
Además, VL Automotive, la compañía en la que son socios Lutz y Villarreal, como parte del compromiso de que el resultado final no fuera un Karma más, ha rediseñado el chasis a partir del espacios liberado por la mecánica eléctrica del coche original, así como diversos elementos tales como las tomas de aire de la zona delantera o los tubos de escapes.
Y, claro, como el producto mejora, también el precio aumenta en consonancia: tan particular Fisker Karma eleva su precio hasta 180.000 dólares (unos 130.000 euros) frente a los 75.000 euros que cuesta el modelo original.