
La salida de Jarno Trulli en la escudería de F1 Caterham ha conmocionado a los aficionados a las competiciones del motor en Italia. En uno de los países más punteros de todos los tiempos en Fórmula 1 -bien representado por Ferrari-, el que la categoría reina se haya quedado sin pilotos nacionales, por primera vez desde 1970, ahonda en la crisis del motor deportivo italiano.
Esta situación la ilustran fielmente las últimas declaraciones de Stefano Domenicali, director de equipo de Ferrari, tras confirmarse que Vitaly Petrov sustituiría al único italiano que tenía un volante oficial para 2012. "Estoy muy triste por que, después de tantos años, no habrá ningún piloto italiano en el Campeonato del Mundo de Fórmula 1. Es un momento difícil para nuestro deporte".
Pero, cuando los tifosi recriminan a la Scuderia que no promocione pilotos transalpinos, la respuesta evidencia esa crisis del deporte del motor en Italia. "No basta con tener el pasaporte italiano para pilotar un Ferrari", se defiende Domenicali, dejando claro que en estos momentos no hay un corredor de su país que esté en condiciones de subirse a un monoplaza y competir con garantías.
A esa crisis, por supuesto, se une la que viven los propios integrantes de Ferrari. La escudería más laureada de todos los tiempos suma ya más de cuatro años de decepciones en la categoría reina, después de la victoria de Räikkönen en el Mundial de 2007. Por ello, este año los de Maranello se han visto obligado a abandonar su conservadurismo tradicional y a apostar por un coche mucho más radical que en años anteriores. 2012 debe ser el año de la recuperación de Ferrari y de la moral de sus incondicionales tifosi.
El motociclismo tampoco escapa a la crisis del deporte del motor
Pero Italia no sólo se lamenta de su paso sin pena ni gloria por la Fórmula 1 de los últimos años. También el Mundial de motociclismo es motivo de frustración para los aficionados al motor deportivo en este país. Después de una década con un invencible Valentino Rossi, poseedor de nueve campeonatos mundiales, siete de ellos en la máxima categoría (500 cc y Moto GP), 'Il Dottore' ha vivido en 2011 su peor año tras cambiar de equipo; en Ducati no han podido darle más que una mediocre moto con la que competir durante la pasada temporada.
Por si fuera poco, el piloto italiano ve cada vez más cerca el final de su carrera- En este sentido, la muerte en el circuito malayo de Sepang de Marco Simoncelli supuso otro duro palo para los aficionados al motociclismo en Italia, que veían en SuperSic el relevo natural del propio Valentino.
Volviendo al fiasco de Rossi es, precisamente, la escudería Ducati la que termina de hundir al motor deportivo italiano. A su fallida progresión en la máxima categoría después de ganar el Mundial de Moto GP con Casey Stoner en 2007, ha de sumarse su abandono a partir de 2010 de la competición de Superbikes, en la que hasta entonces había sido la gran dominadora con 16 títulos de constructores en apenas 22 años.
La crisis económica se suma a la deportiva
Además, la matriz del equipo italiano no pasa tampoco por su mejor momento, después de que se haya sabido que el dueño de Ducati tiene intención de vender la empresa por un valor aproximado de 1.000 millones de euros. ¿Qué pasaría entonces con la escudería de motociclismo?
Todos estos factores han terminado por desencadenar la frustración de unos aficionados italianos, cuya pasión por el motor ha sido siempre manifiesta. Ahora, todos sus agentes tendrán que levantarse, pero la crisis económica, que afecta a Italia más que a la mayoría de países, no lo pondrá fácil. En este deporte, más que en ningún otro, el dinero es la condición principal para poder participar. Y si no que se lo pregunten a Vitaly Petrov... O a Jarno Trulli.