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Semáforos, del Imperio Romano a la Barcelona de 1929

El origen del semáforo tiene su origen en la época romana, cuando las vías romanas o calzadas se iluminaban con antorchas. Ya en la era actual parece ser que el primer semáforo, o algo parecido, se instaló allá por 1868 en un cruce situado en el exterior del parlamento británico en la ciudad de Londres y fue obra de J.P. Knight, un ingeniero especializado en señales de ferrocarril.

Este nuevo invento, o mejor dicho, una nueva adaptación de los que se usaban para controlar el tráfico ferroviario, sólo constaba de unas luces de gas rojas y verdes, además si emitían dos zumbidos daban paso a los coches, entonces de tracción animal, que venían por la avenida y uno solo a los de la calle perpendicular. No duró mucho ya que acabó con la vida de un policía al explotar y se recurrió a la electricidad pero no sin problemas, las precarias instalaciones de aquellos años provocaban que las bombillas se fundieran demasiado a menudo.

En agosto de 1914 comenzó a funcionar en Cleveland, Estados Unidos, un semáforo parecido a lo que conocemos hoy en día, con unas luces rojas y verdes que colgaban de un soporte con brazos y emitían unos pitidos similares a su predecesor londinense. Un poco más tarde se incluyó la luz naranja como señal de alerta o precaución y ya en 1953 se instaló el primer sistema de semáforos tal y como los conocemos hoy en día, el cual era capaz de coordinarlos de tal manera que no se pusieran todos rojos o verdes a la vez.

Sobre el primer semáforo instalado en España existen ciertas dudas, unas fuentes apuntan a que en 1929, se instaló el primero en Madrid, entre las calles Barquillo y Alcalá, sin embargo, otras cuentan que la ciudad pionera en nuestro país en utilizar este modernísimo regulador del tráfico fue Barcelona en 1959, un nueve de julio, por lo que hoy, el semáforo celebraría su cincuenta aniversario.

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