Motor clásico

Mercedes 770 K: el coche predilecto de Adolf Hitler

Estos días se cumplen 70 años de la toma de Berlín por las tropas soviéticas. El recuerdo de los últimos días de la guerra ha reavivado entre los historiadores las dudas sobre el misterioso suicidio de Adolf Hitler y su familia en el interior del búnker de la Cancillería. Pero, mientras que el führer desapareció, su vehículo preferido pervive en perfecto estado.

Se trata de un Mercedes, o más bien un Grösser Mercedes como fue conocido en aquella época. Se desarrolló en 1930 bajo el nombre clave de W 07 para satisfacer la demanda de grandes limusinas, destinadas principalmente a hombres de estado.

Comercializado bajo la denominación 770, sus clientes más influyentes fueron el propio Kaiser Guillermo II de Alemania y el Hiro Hito de Japón, que acudían a los actos oficiales sobre el enorme coche alemán, que emanaba ante los asistentes poderío y superioridad a raudales.

En el año de 1938, se lanzó una segunda generación mejorada del 770 K. Su código era W15 y su chasis adopta una moderna suspensión independiente para ganar manejabilidad y comodidad. Asimismo incorpora un motor de mayor potencia y una moderna caja de cambios de cinco velocidades. De la escasa centena de 770 K de segunda generación producidos, se preparó una pequeña serie especialmente para servir a los miembros más relevantes del gobierno como el propio Hitler, Goëring o Himmler.

400 caballos y 5 toneladas

Para dotarlos de una potencia sin rival se recurrió al motor 7.7 litros de 8 cilindros en línea que hacía invencible a Mercedes en las competiciones de los años 30. Dos compresores volumétricos elevaban la potencia hasta los 400 caballos, descomunal para la época.

Pero, además de la megalomanía del dictador, tenía su explicación técnica, El 770 K medía más de 6 metros y su meticulosos blindaje, que incluía unos neumáticos especiales, hacía que se aproximara a las 5 toneladas de peso. Los vidrios de las ventanillas eran de 4 centímetros de grosor y las puertas estaban construidas con planchas de 12,5 centímetros de espesor, pesando cada una de ellas 160 kilos. Las planchas de blindaje construidas en aleación de acero y manganeso, que podían resistir impactos de proyectiles de artillería o minas, recubrían asimismo los bajos del coche y los tres depósitos de gasolina, dotados de una capacidad total de 300 litros. Parece excesiva, pero no lo es tanto si tenemos en cuenta que el motor 8 cilindros sobrealimentado se bebía una media de 60 litros cada cien kilómetros. Y eso que, a pesar de ser capaz de desarrollar una velocidad máxima de 180 kilómetros por hora, las ruedas blindadas obligaban a limitarla a tan sólo 80 para que su peso no desintegrara los ejes.

Como ejemplo de la sofisticada tecnología que se aplicó al simbólico modelo, mencionar su cierre de seguridad centralizado electromagnético, habitual hoy en día pero inexistente en los coches de aquella época.

En las últimas décadas ha surgido una polémica sobre quien posee el auténtico Mercedes 770 K que utilizaba Hitler, reconocible entre otros detalles por un asiento especial sobreelevado en el sitio del copiloto, lugar que gustaba ocupar el dictador en los desfiles para saludar a los asistentes. En el año 2009, un anónimo magnate ruso compró la unidad que se cree utilizaba el führer y que podría costar en el mercado de coches históricos más de 10 millones de euros.

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