Motor clásico

Un Mercedes-Benz 300 SLR, Stirling Moss y la 'Mille Miglia' de antaño

Era el año 1926 cuando cuatro aficionados a las carreras de coches se reunieron en víspera de Navidad para hablar de lo que más les gustaba. Renzo Castegneto, Guiseppe Mazzotti, Ajmo Maggi y Giovanni Canestrini coquetearon con la idea de organizar una prueba que tuviera lugar en suelo italiano y en la que participaran los mejores deportivos de la época con grandes pilotos a sus mandos.

La carrera debía comenzar en Brescia, bajar hasta Roma y volver otra vez al punto de origen pasando por ciudades de renombre como Siena, Florencia y Bolonia. En total, un recorrido de 1.600 kilómetros o 1.000 millas, de ahí el nombre de la prueba.

Apenas tres meses después, el 27 de marzo de 1927, la idea de estos cuatro hombres se materializó. La primera edición de la Mille Miglia se desarrolló con un total de 77 vehículos inscritos y fue considerada un auténtico éxito. Entre 1927 y 1957 se celebraron 24 ediciones, con algún año intermedio exento debido a la Segunda Guerra Mundial. La Mille Miglia rápidamente tomó prestigio y pasó a ser una cita en la que los fabricantes experimentaban con sus innovaciones tecnológicas aplicadas a la competición.

De hecho, es responsable, junto a otras carreras míticas como la Targa Florio o Le Mans, del desarrollo de la categoría Gran Turismo, a la que se debe en gran parte el crecimiento deportivo de marcas como Alfa Romeo, Ferrari o Maserati.

El Mercedes 300 SLR de Stirling Moss

Pero aquí Mercedes-Benz también tiene mucho que decir. En la edición de 1955 de la Mille Miglia se proclamó vencedor el británico Stirling Moss a los mandos de un Mercedes 300 SLR. Pintado en la carrocería llevaba el número 722, en referencia a su hora de salida en la carrera (7:22 am) y por delante tenía esas mil millas, que recorrió en 10 horas, 7 minutos y 48 segundos, a una velocidad media de 159 km/h. El joven piloto, que por aquel entonces tenía 25 años, fue capaz de domar el motor de 8 cilindros, 3 litros y 300 CV durante aquella jornada con mucha habilidad.

No era fácil aguantar las embestidas de aquel tracción trasera que apenas pesaba 810 kilos, montaba frenos de tambor y rozaba los 300 km/h en las carreteras de la época. Pero él lo hizo y quedó por delante, no sólo de los Ferrari punteros de la época, sino del gran Juan Manuel Fangio, que finalizó segundo en aquella carrera con un Mercedes idéntico al de Moss.

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