Fórmula 1

La revolución de la Fórmula 1 viajó en una maleta

En 1977 aparecía en el Gran Premio de Gran Bretaña el inédito RSO1. Sin mucha fortuna, ya que su piloto Jean-Pierre Jabouille tuvo que abandonar después de haber salido a carrera desde las últimas posiciones de la parrilla.

Sin embargo, este hecho supuso para Renault y, de paso, para la Fórmula 1 el inicio de una edad dorada que duraría para la marca francesa toda una década, hasta que se retiró oficialmente de la competición en 1986 antes de su posterior regreso.

Hasta ese momento, los motores de Fórmula 1 eran de ocho o doce cilindros atmosféricos y tres litros de cilindrada. Viene a cuento recordar esta historia que revolucionó en su día el campeonato por la llegada de los nuevos motores estrenados en 2014.

Un pequeño V6 1.5 turbocomprimido abriría en 1977 para Renault Sport un impresionante palmarés que debe gran parte de su mérito a las arriesgadas innovaciones que se atrevió a emprender el equipo de competición por aquella época.

Bernard Dudot era a comienzos de los años 70 un joven ingeniero que había iniciado su carrera profesional en Alpine, bajo la dirección del mítico Amadeo Gordini. Fue en esos inicios cuando se le envió a hacer lo que hoy se llamaría un "máster" a Estados Unidos, donde conocería de cerca las espectaculares carreras de monoplazas allí disputadas y sus interioridades.

O el turbo o nada

De vuelta a Francia, Dudot se trajo algún que otro recuerdo americano envuelto entre la ropa de su maleta. Y entre estos viajó un mecanismo exótico en la época para los circuitos europeos pero tan habitual como la gasolina en los óvalos norteamericanos: un turbocompresor.

Ya como director técnico en Renault, se puso al frente de un grupo de jóvenes y entusiastas ingenieros. Su primera y meritoria victoria se disputó en los despachos. Convencer a la dirección de Renault de entrar en el circo de la Fórmula 1 se consiguió solamente gracias al tesón y al empuje de este pujante equipo.

Experimentando con dos motores V6 sobre el banco de pruebas (que más tarde darían origen a los V10), pronto quedó claro a Dudot que, en sus propias palabras, "nuestro futuro en la F1 era el turbo o nada". Esta memorable revolución downsizing que en nuestros días se está produciendo en los coches de serie, no fue para Renault Sport un camino fácil en sus inicios.

El primer problema fue que el motor turbo resultaba pesado y no había manera de conseguir un buen reparto de pesos en el monoplaza. Se solventó convirtiéndolo en parte estructural del chasis, pero en 1978 el coche era todavía poco fiable y recibió en el paddock el sarcástico apodo de "tetera humeante". Todavía sin "intercooler" para refrigerar la mezcla, con una inyección de combustible mecánica, un consumo desbocado... el Renault tardaría todavía hasta la década de los 80 para ser un rival a tener en cuenta.

Mientras tanto, el desarrollo de los motores se realizaba en paralelo en carreras de resistencia. En 1978 Didier Pironi y Jean-Pierre Jaussaud coniguen ganar las 24 Horas de Le Mans con un V6 Turbo que ya demuestra su verdadero potencial. La marca entonces se centra en la Fórmula 1, donde un recién llegado Alain Prost comienza a ganar carreras con el estridente Renault F1 ante el asombro de los escépticos.

Incluso después de la retirada de la marca en 1986, el motor Renault siguió dando satisfacciones una temporada más, bajo los colores de Lotus y con Ayrton Senna al volante.

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